domingo, 26 de febrero de 2012

COMO ESCUCHAR EL CORAZÒN.

COMO ESCUCHAR EL CORAZÒN.

PRACTICA LA MEDITACIÓN.
Esta hace que estemos más atentos a cómo nos sentimos. Los sentimientos reciben el apoyo de la conciencia, cuyos valores no pueden sobreestimarse, pues la propia conciencia es sanadora. A menudo, nuestra reacción exagerada a las emociones nos causa más sufrimiento. La meditación es útil para este proceso.
PASEAR POR LA NATURALEZA
La naturaleza es nuestro hogar original. Si vivimos en una ciudad, puede que no recordemos nuestro origen y sus maravillas. Es por ello que los sonidos y las vistas de la naturaleza son apaciguadores. Si sólo vemos cementos y líneas duras, podemos volvernos también más duros y fríos. Si oímos regularmente el tráfico, los taladros y conversaciones fuertes, podemos perder la tranquilidad.
El tiempo que pasamos en la naturaleza nos carga las pilas y sus beneficios perduran una vez la abandonamos.
HACER EJERCICIO.
Con la práctica del ejercicio de manera regular durante al menos una hora al día y de forma no competitiva -caminar, andar en bici, bailar o nadar-, aprovechamos su valor fisiológico: la liberación de endorfinas. Es un modo útil e inmediato de ser buenos con nosotros mismos, al mismo tiempo que cuidamos nuestra salud física y psicológica general.
HABLAR CON UN BUEN AMIGO.
Cuando pedimos a un buen amigo un poco de su tiempo y un oído comprensivo, realizamos un acto de compasión hacia nosotros mismos.
No obstante, en este caso es importante elegir bien, porque cualquier persona no se ajusta a la descripción de buen amigo. Debe ser alguien que sepa escuchar, sin que nos juzgue ni nos compadezca, ni nos añada negatividad o nos colme de consejos. Ante todo, ha de ser una persona consciente y de buen corazón. DISFRUTAR DE ALGO HERMOSO.
Dediquemos tiempo a actividades que satisfagan nuestros sentidos: escuchar música, ir al cine o lo que nos plazca. La belleza del arte nos empuja a cuidar el corazón. FOMENTAR LA CREATIVIDAD.
Los trabajos manuales pueden ayudarnos a estimular nuestra imaginación. Son muchas las actividades creativas que podemos hacer. Para algunos, el producto terminado no es más que una pequeña parte de la satisfacción de haber sido capaces de crear algo. De hecho, es precisamente el propio proceso y la concentración lo que realmente nos calma y nos sosiega.
Naturalmente, debemos elegir una actividad en la que seamos diestros, y que no nos cree frustración. No es difícil; casi todos servimos para una actividad creativa. EXPRESARSE CON LA ESCRITURA.
Se ha demostrado que la escritura es una herramienta psicológica muy útil para expresar los sentimientos, elaborar las ideas y ordenar los pensamientos.
Una de las acepciones del verbo “expresar” es “revelar”; y es justo en este sentido en el que escribir es útil. El propio acto de la escritura destapa la conciencia, deja que los sentimientos emerjan burbujeando a la superficie y nos da la oportunidad de observarlos. A veces puede sorprendernos lo que descubrimos. Para algunas personas también es un acto creativo, en cuyo caso es doblemente curativo, porque la creatividad expresa lo que somos. PASAR TIEMPO CON NOSOTROS MISMOS.
En soledad podemos escuchar mejor a nuestro corazón. Este tiempo a solas puede ser restaurador y extremadamente apaciguador, hagamos lo que hagamos, ya que durante un rato, dejamos a un lado el “ruido” de las relaciones y las necesidades de otras personas. Este tiempo debe tener el sentido de estar en compañía de nosotros mismos; sin temer a la soledad. 

APRENDER A QUERERSE 2

APRENDER A QUERERSE 2


Para cuidar bien de uno mismo es imprescindible escuchar al corazón en silencio, saber que siente y necesita. Nutrirlo con actitudes positivas, tratarlo con respeto, ser tolerantes con él cuando sufre, nos hará sentir mejor con nosotros y con los demás.
El corazón es un órgano espiritual, porque es el que cuida el desarrollo de nuestra sabiduría y nuestra bondad; reacciona a la tonificación y al fortalecimiento, y también es susceptible al daño. Y, al igual que el carácter, puede evolucionar. ¿Cómo podemos fortalecer nuestra relación con el corazón espiritual? Empecemos por cuidarlo cuando este sufriendo.
Todos recordamos momentos en nuestra vida en los que nos hemos sentido débiles de corazón; tal vez fue consecuencia de una decepción emocional, de un disgusto amoroso, de una pérdida, del miedo al rechazo o al fracaso. Todos hemos experimentado esta sensación -en el corazón- como una palpitación desagradable o una impresión de pesantez o de aprensión. En ocasiones esta sensación de estar débil o herido procede del exterior, de los demás, de un momento de apuro o de la tensión. Pero a menudo no reconocemos las heridas que nos infringimos a nosotros mismos, el daño que nos causamos, hasta que es demasiado tarde.
Podemos pasar años o décadas antes de darnos cuenta de que no nos hemos cuidado de una forma vital. La queja crónica, la depresión, la irritabilidad, la agresividad pasiva, la sensación de no ser reconocido - aunque seamos nosotros los primeros que no nos reconocemos-, son algunos síntomas de que no cuidamos nuestro corazón. Estos síntomas pueden acabar convirtiéndose en rasgos de nuestro carácter, pueden acabar definiendo nuestra manera de ser. La mejor medicina para nuestro corazón espiritual es la prevención. Tanto si nos defendemos del mal que nos causan otros como del que nos inflingimos nosotros mismos.
~ RESPETO HACIA UNO MISMO.
¿Qué podría impedirnos cuidar de nuestro corazón? Puede que temamos ser egoístas o que sintamos que no merecemos tanta atención o puede que nuestro centro de gravedad se situé siempre en el mundo exterior. Debemos mantenernos en guardia contra estos autosabotajes.
Si reflexionamos sobre el cuidado del corazón, podemos reconocer una tendencia a ser intransigentes con nosotros mismos cuando las cosas van mal. Y esta tendencia sólo puede causar más intransigencia y negatividad en nuestras relaciones con los demás y con el mundo, lo que perpetúa el problema. Por lo tanto, es esencial ser bueno con uno mismo, ser permisivo, especialmente cuando las cosas van mal y somos infelices.
Sin embargo, también debemos evitar las imitaciones, pues, como muchos hábitos valiosos, el cuidado del corazón puede tener caricaturas, como es el narcisismo, el egoísmo y la sobreprotección del “yo”.
El cuidado del corazón comienza por fomentar el respeto y la bondad hacia uno mismo. Este respeto es, en muchos sentidos, lo opuesto al egoísmo, porque se basa en la premisa siguiente: “No puedo ser útil y bueno con los demás si yo soy débil y descuidado conmigo mismo. Sólo si mi corazón es fuerte, puedo abrirlo a los demás con la seguridad de que estoy protegido, al mismo tiempo que soy vulnerable en el mayor sentido de la palabra. Es decir, soy vulnerable porque soy capaz de soportar el sufrimiento -ya sea el mío o el de los demás- sin desmoronarme, seguro de sobrevivir emocionalmente, de permanecer positivo ante la vida.
~ EL VALOR DEL SILENCIO.
Una de las primeras condiciones para cuidar el corazón es el silencio. Sólo en silencio podemos escuchar sus necesidades. Puede que nuestro corazón esté sufriendo sin que lo sepamos y que nosotros no atendamos su dolor porque estemos demasiado ocupados en otras cosas o porque aceptemos como inevitable un cierto nivel de angustia.
Cuando tenemos un momento de silencio, el malestar brota a la superficie o, incluso, puede que lo sintamos por primera vez. A partir de entonces, lo más importante es la conciencia, la atención. Si estamos más atentos a la voz de nuestro corazón, aprendemos a decir “No”, a protegernos de ser invadidos o de que se aprovechen de nosotros y asumir las consecuencias de nuestras decisiones.
Cuando escuchamos desde el corazón, estamos preparados para actuar con autenticidad y al escucha a otros es probable que actuemos con empatía. En los momentos de silencio podemos empezar a deshacernos de un sinfín de opiniones, prejuicios e incluso actitudes engorrosas y que pueden estar tan arraigadas como “No soy la clase de persona que toma la iniciativa”, “Mi familia nunca cambiará” o -cuando alguien dice o hace algo que no nos gusta- “ya está otra vez con lo mismo”.
También podemos formar la mente para que esté en silencio en situaciones apuradas o ruidosas, obteniendo una doble recompensa. Por un lado, menos tensión a corto plazo, ya que la química del cerebro nos corresponderá con un estado de relativa paz. Y a largo plazo, recibiremos mucho más: la sabiduría y la inteligencia emocional sólo se adquieren cuando estamos despejados y abiertos.
En silencio llegamos a oír lo que tiene que decir el corazón; la mente silenciosa nos beneficia en múltiples aspectos, nos aporta paz y nos libera frente a la tensión, nos da claridad de pensamiento, reduciendo la confusión; y también nos permite escuchar al corazón y comprender lo que siente realmente.
~ LAS RAZONES DEL CORAZÓN.
Blaise Pascal, dijo: “El corazón tiene razones que la razón no conoce”. Cuando no oímos estas razones, nos sentimos desconectados, incómodos; si las oímos estamos en contacto con nosotros, nos sentimos seguros y distinguimos lo bueno de lo malo, afrontamos las dificultades con valentía y nuestras relaciones con los demás son más fuertes y ricas.
El cuidado del corazón puede ser eficaz solo si se convierte en un hábito positivo. Es una forma de honrar la vida, no solo de sobrellevarla. No debería de ser un acto puntual sino una constante, un recordatorio de que estamos en el camino de la realización.

sábado, 25 de febrero de 2012

CLAVES PARA ORGANIZARTE

CLAVES PARA ORGANIZARTE


1.- Intenta levantarte sin contratiempos y sin agobio, hazle caso al despertador y no postergues el levantarte volviendo acostarte otros 10 minutitos.
2.- Se realista; no intentes hacer mil cosas.
3.- Aprende a decir “NO” cuando sea necesario. Quítate el miedo, la vergüenza y la pena, estos solo te estorban y te meten en muchos problemas.
4.- Concéntrate en lo que haces; no desvíes tu atención.
COMO AUMENTAR TU ENERGIA.
~ Alimentación sana
~ Ejercicio.
~ Tiempo para ti mismo.

CLAVES DEL BIENESTAR.

CLAVES DEL BIENESTAR.


La armonía entre el cuerpo, la mente y el espíritu es la clave de la salud. Estos consejos constituyen un buen camino hacia el bienestar.
~ Escucha a tu cuerpo, este se expresa emitiendo señales indicativas de que está cómodo o incómodo. Al elegir como te comportas o actúas, pregúntale: ¿cómo te hace sentir esto? Si tu cuerpo responde con una señal de tensión emocional o física, vigila. Si tu cuerpo te envía una señal de comodidad y entusiasmo, prosigue.
~ Vive el presente, es el único momento que tienes. Mantén tu atención en el aquí y ahora. Busca la plenitud en cada instante. Acepta todo lo que llegue a ti de modo que puedas apreciarlo, aprende y déjalo ir.
~ Medita regularmente, aquietar tu diálogo interior, te permitirá contactar con tu propia conciencia. Así podrás guiarte por tu intuición más que por las interpretaciones impuestas externamente para conocer lo que es o no es bueno para ti.
~ Renuncia a tu necesidad de aprobación externa. Sólo tú puedes juzgar tu valía. Tu objetivo es descubrir tu infinito valor, al margen de lo que piensen los demás.
~ Cuando te enfades o te opongas a algo, date cuenta de que solo luchas contra ti mismo.
Las resistencias son defensas ante viejas heridas. Si renuncias a la ira, te estarás curando a ti y cooperando con el universo.
~ El mundo exterior refleja tu mundo interior. Lo que odias de los demás es lo que niegas de ti mismo. Lo que te gusta es lo que desearías para ti. Usa el espejo de las relaciones para guiar tu evolución y conocerte a fondo.
~ Libérate del peso del juicio. Juzgar introduce el bien y el mal en situaciones que simplemente son. Todo puede ser comprendido y perdonado, pero al juzgar no puedes comprender ni aprender a amar. Juzgar a los demás es aceptarte poco a ti mismo.
~ No contamines tu cuerpo con toxinas, ya sean alimentarías o emocionales. La salud de cada célula contribuye directamente a tu estado de bienestar general.
~ El miedo es producto de la memoria, que vive en el pasado para intentar que no se repitan ciertas heridas; pero eso no elimina el miedo a ser herido. Eso solo sucede si encuentras la seguridad en tu ser que es amor. Esa verdad interior puede hacer frente a cualquier amenaza.
~ Una inteligencia profunda organiza el universo, y una porción de esta reside en ti. Tus actos y pensamientos inciden en todo el campo de inteligencia. Vivir en equilibrio es bueno para ti y para todo el mundo.

APRENDER A QUERERSE.

APRENDER A QUERERSE.


En un polo de mi existencia formo una sola cosa con las piedras y los árboles. Allí tengo que reconocer el dominio de la ley universal. Allí es donde nacen los cimientos de mi existencia. Su fuerza está en que se halla firmemente sujeta en el abrazo del mundo comprensivo, y en la plenitud de la comunión con todas las cosas.
Pero por el otro polo de mi ser estoy separado de todo. Allí yo soy absolutamente único, yo soy yo, yo soy incomparable. Todo el peso del universo no puede aplastar esta individualidad mía. Yo la mantengo a pesar de la tremenda gravedad de las cosas. Es pequeña en apariencia pero grande en realidad; se mantiene firme ante las fuerzas que quisieran robarle aquello que la caracteriza y hacerla una con el polvo. TAGORE
Esta lectura será en términos asequibles para determinar la importancia de aprender a quererse y cuidarse psicológicamente a uno mismo. La visión que se tiene de uno mismo es un factor determinante para generar vulnerabilidad como fobias, depresión, estrés, ansiedad, inseguridad interpersonal y trastornos psicosomáticos. Debemos estar alertas sobre las posibles consecuencias del descuido psicológico personal y la forma de prevenirlo. Nuestra cultura nos ha orientado el aprendizaje social, a fortalecer el amor dirigido a otros y ha olvidado que el prerrequisito para dar es la autoaceptación. Es imposible entregar amor si no te quieres a ti mismo.
Desde pequeños se nos coloca un freno en las primeras etapas de nuestra vida, y jamás se nos quita. Esta sujeción esta formada por supuestas virtudes (el ahorro, la ambición, la modestia, el autocastigo, la autocrítica, el autocontrol, etc.) que son definitivamente contraproducentes si se utilizan exageradamente. Aunque es cierto que algunas personas con propensión a excederse las necesitan para no caer en la autodestrucción (drogas, alcohol, tabaco, etc.), hay gente que podría soltar un poco el freno sin ningún tipo de riesgos para vivir mejor y evitar caer en otro tipo de problemas psicológicos; por prevenir un mal, ocasionamos otro. Si el cinturón está flojo, no amarra lo suficiente; pero si amarra demasiado, asfixia.
Esta lectura esta hecha para aquellas personas que no se aman lo suficiente a sí mismas, que viven encapsuladas, emocionalmente constipadas, amarradas a las normas y obligaciones de manera rígida, extremistas y desconsideradas con ellas mismas. También para las que sabían amarse a sí mismas y olvidaron hacerlo por los rigores de la vida.
Amarse a sí mismo de manera realista y sana, es uno de los principales requisitos de la salud, y el mejor camino para expresar y comunicar afecto a las personas que queremos.
Quererse a si mismo es quizá el hecho más importante que garantiza nuestra supervivencia en éste mundo complejo. Nuestra cultura y educación se orientan a sancionar el quererse demasiado. Hay momentos para el amor y decretos sobre lo que es de buen y mal gusto. Si decides felicitarte dándote un beso, posiblemente las personas que te rodean evaluarán tu conducta como ridícula, narcisista o pedante. Es mal visto que nos demos demasiado gusto.
Cuando pensamos en nosotros mismos por demasiado tiempo, nos contemplamos o nos elogiamos, se nos reprende: “Todos los excesos son malos”, se nos dice. Algunos excesos nos recuerdan que estamos vivos. Se nos intenta inculcar principios como el respeto al ser humano, el sacrificio, el altruismo, la expresión de amor, el buen trato, la comunicación, etc., pero estos principios están dirigidos al cuidado de otros humanos. El autorespeto, el amor, la confianza y la comunicación no suelen tenerse en cuenta; se considera de mal gusto el quererse demasiado.

jueves, 23 de febrero de 2012

SIETE FORMAS DE MALTRATO. (Tema largo pero muy interesante)

SIETE FORMAS DE MALTRATO.


Victimista, tiránica, manipuladora… son personalidades que se adoptan para conseguir el control en las relaciones desiguales. Desenmascararlas es el primer paso para apartarse de ellas.

- Relaciones tiránicas.

Cuando las relaciones están fundadas en la igualdad y la libertad es posible encontrar soluciones si nos sentimos maltratados. Decimos “no” y elegimos otro camino, lo que significa cuidar de nosotros, de los demás y de la vida.

Por mucho prestigio que haya tenido el sufrimiento, el sacrificio o la resignación; a la vida no le hacen bien las relaciones que desvitalizan y hacen sufrir. El problema viene cuando las personas no son libres o no se definen como iguales, aún siendo diferentes. Aquí brota la semilla inevitable del dolor.

Si nos centramos en el maltrato que adopta la postura de tirano, depredador y desconsiderado, descubrimos que en su alarde de superioridad y autoritarismo -con el que busca asustar o humillar-, se esconde su incapacidad para lograr el respeto que desea y que teme no conseguir de forma natural. Necesita imponerse porque no confía en sí mismo y no puede respetarse.

Probablemente dentro de un tirano se esconde alguien que vive humillado y envilecido, y decidido a tomar la posición del más fuerte para humillar y envilecer a los demás.

El modelo de relación tirano - vasallo está teñida de miedo. Quizá todas las relaciones destructivas vienen del miedo y de la falsa idea de que “Yo soy mejor que tú”. La posición del tirano se aprendió en los primeros vínculos familiares. A veces permanece latente y despierta en los contextos que lo consienten, como las clásicas situaciones profesionales de mando; o el tirano huele la carnaza de los que toman la Posición de débiles y víctimas. Y es que las relaciones tienden a hacer sinapsis con sus opuestos: el fuerte busca al débil, el astuto al ingenuo, el sacrificado al gozador, el sádico al masoquista…

Sea como sea, resulta de gran ayuda respetar y mirar la dignidad del que ejerce de tirano - su persona no sus actos - y ver el miedo y la villanía que esconde. Al mismo tiempo, debemos sentir siempre nuestra propia dignidad y respeto para dejar claro que no toleraremos salidas de tono o desconsideraciones. Es casi una prueba de inmunidad, tener interiorizado que todos somos dignos, “ni mejores ni peores” y no olvidarlo nunca.

Cuando tratamos personas enfermas de poder, debemos apartarnos de su camino. Si se trata de contextos inevitables, nos mantendremos en nuestra posición interior de valor.

- Complejo de superioridad.

El poeta alemán Goethe señalo que ciertos libros parecen escritos no para aprender sino para que se reconozca lo que sabe su autor. Al igual que estos libros, muchas personas se relacionan y transmiten sus conocimientos no por enseñar a los demás y ayudarles, sino por pura soberbia y vanidad.

En efecto, pueden poseer un gran conocimiento y una seguridad envidiables, pero no se trata de lo que saben sino del menos precio que sienten ante lo que sabe el prójimo. El problema de estas personas tiene que ver con la representación que hacen de su excelencia, no con su excelencia en sí misma; son sujetos soberbios.

La sabiduría tiene un componente racional, una actitud de apoyo y respeto. El hombre “sabio” trata de ser útil a los demás, el “sabiondo” trata de hacerse necesario procurando que los otros sientan inferiores ante él, ante sus conocimientos. Esta actitud despectiva de maltrato psicológico es su forma de sentirse importante. Pero “dime de que presumes y te diré de que careces”; detrás del “sabiondo” se esconde un ser vulnerable e inseguro, y su comportamiento encierra una gran paradoja: su prepotencia es, en el fondo, impotencia.

Así que, no debe paralizarnos su brillantez pues, como el poeta Baltazar Gracián decía: “aunque muchos son sabios en latín, suelen ser grandes necios en romance”.

VICTIMISMO, OTRA FORMA DE ABUSO.

Dentro del tipo de maltratadores, se incluye a la persona que desempeña el papel contrario. Aquella que siempre es víctima de los demás y se siente víctima del mundo. Aquella que -porque en la vida no le ha ido bien o porque considera que no ha sido bien tratada- exige que los demás le den todo lo que pide, con el agravante de que si eso no ocurre, se considera con el derecho de exigir o de condenar a los otros.

Su discurso suele ser inconfundible: “Con lo que yo te quiero y mira cómo me lo pagas … Con lo que sufro y no eres capaz de darme lo poco que te pido. Con lo que he hecho por ti y ahora que te necesito.”.

El problema es que espera que lo que no le fue dado -seguramente fue abandonada o no reconocida- se lo darán quienes tiene a su alrededor. Digo “se lo darán”, no “lo tomará”, ya que espera que los demás le adivinen sus necesidades sin tener que hacer nada para conseguirlo. Sólo sentirse merecedora de toda atención, lo que se traduce en que los otros deben hacer lo que ella quiera, pero sin pedirlo. Si esto no ocurre, deja oír su discurso victimista y acusador hacia el otro.

Para detectar a la persona victimista hay que estar atento a su discurso. Si sólo son malos los demás y ella siempre es inocente, piensa que la realidad nunca es así y que no quiere responsabilizarse de su parte. Si tratas de darle soluciones y no le vale ninguna, sospecha: seguramente, prefiere quejarse antes que hallar una solución. Si te sientes con el deber a atenderla y eres su único recurso, no lo creas, siempre hay alternativas.

Cuando todo depende de lo que hagas sin que ella tenga que hacer nada, piensa que trata de que le soluciones la vida sin que ella tenga que hacer nada por llenarse. Cuando sientas que su discurso victimista no te conmueve sino que te irrita, seguramente es fingido. Una buena estrategia es no apresurarse a actuar frente a sus demandas y saber que cualquier persona es capaz de encontrar una solución por sí misma.

LA AUSENCIA QUE HIERE.

Todo lo que hacemos o dejamos de hacer aumenta o disminuye el nivel de sufrimiento de quienes nos rodean.

Ausente de sí mismo, de sus relaciones, de la vida… es incapaz de comprometerse consigo mismo ni con los demás. Desconectado de la realidad, vive pendiente de sus necesidades y prescinde de quienes le rodean. Por miedo, por ignorancia, por comodidad de los propios recursos o por egoísmo… se encierra en un mundo pequeño y endogámico donde “el otro” es visto como una molestia o como un medio.

Padres que dimiten de la educación de sus hijos; adultos que entablan relaciones superficiales en las que sólo importa el beneficio obtenido, compañeros incapaces de trabajar en equipo. Todos convencidos de que se salvarán solos o de que el problema de otro no es cosa suya.

La desidia de estas personas genera en los demás sentimientos de soledad, abandono, ira, sufrimiento y sobretodo desamor. La desidia es una forma de maltrato. Esta decisión de la responsabilidad individual tiene un impacto desequilibrante en el entorno de la persona y puede acabar destruyéndola. Porque no responder también es una respuesta… y peligrosa.

DESCUBRIR EL JUEGO DEL MANIPULADOR.

El manipulador es un mago de la palabra: rápido en sus respuestas, seguro en sus decisiones, contundente en sus argumentos, arrollador en su actitud; tanto que nos deja poco margen para reaccionar distinto a aquello que dictan sus designios.

Pero decir que el manipulador es simplemente, un ser egoísta que no tiene en cuenta las necesidades de los demás y que cree que el mundo existe sólo para servirle, sería mostrar únicamente una cara de la luna. Si profundizamos para comprender los motivos de dicha actitud, podremos trascenderlos.

Teniendo en cuenta que todo comportamiento se mantiene porque cumple una función, hemos de aceptar que una persona es manipuladora, porque con esa actitud obtiene lo que necesita. Y si a alguien le resulta más fácil obtener lo que necesita del exterior que por sus propios medios, estamos ante una persona con importante carencias (de confianza, autoestima, de valores…), aunque aparezca ante los demás como todo lo contrario. De hecho, se aprovecha de la energía de los otros para nutrirse de ella.

El manipulador establece vínculos de dependencia con alguien que no es consciente de la artimaña o, si la percibe, no puede safarse de ella, lo que le produce una gran frustración. Pero estas relaciones son como una partida de ajedrez en la que no es preciso ganar sino impedir que las piezas del otro entren en la mitad de su tablero, si lo hacen, la responsabilidad también será nuestra.

Para evitar o minimizar las consecuencias de este tipo de agresión es esencial plantearnos qué es lo que nos engancha al manipulador, pues nosotros también obtenemos algún beneficio de esta relación (seguridad, afecto, sexo…). También es fundamental vencer el miedo a expresarnos asertivamente. Superando esto, sólo pueden pasar dos cosas: que el manipulador recule o estalle el conflicto. Si finalmente la relación se arruina, como tanto tememos, será más fácil asumirlo que seguir arrastrando una relación dañina.

EL CHANTAJE EMOCIONAL.

Frases aparentemente inocentes pero que esconden una exigencia, amenazas para obtener un fin. Todo forma parte del chantaje emocional. La intención: provocar miedo, angustia, condicionar una reacción, etc.

El chantajista emocional se cree una víctima, es inseguro y temeroso, pero esconde sus propias necesidades, creándolas en los demás, y lo consigue. Desenmascarar al chantajista emocional resulta complicado, pues suelen comportarse así con las personas que más le quieren y que temen no estar a la altura de sus demandas. Cuando no obtienen lo que buscan, hacen que se sientan culpables, se muestran incapaces de aceptar un no.

Pero no podemos decir “si” si no queremos hacerlo. Por eso es muy importante dejar claros los límites, saber que nadie dirige las acciones de otro si no es él mismo. Saber que tenemos el mismo derecho de elegir como de equivocarnos es primordial.

Sin nuestro consentimiento, el chantajista percibe su impotencia y deja de intentarlo. Puede que tengamos que sufrir su enfado, pero basta con darle tiempo. Una vez que vuelva la calma, podemos utilizar el diálogo para explicarle cuáles son nuestras razones y hacerle entender que cuando pides, tienes que estar dispuesto a escuchar un si, pero también un no.

Algunas personas necesitan tiempo para entenderlo, el secreto está en dárselo.

DESAFIAR LOS DICTADOS DEL JUEZ.

En mayor o menor grado, a todos nos influyen las críticas que nos hacen los demás. Normalmente, somos capaces de procesarlas, algunas veces nos influyen para mejorar y otras las rechazamos porque no nos aportan nada positivo.

Pero hay situaciones en las que una persona allegada (nuestra pareja, familiar o amigo) se sitúa en el papel de juez en nuestra relación. En estas circunstancias, las críticas pueden convertirse en un elemento que destruya paulatinamente el concepto que tenemos de nosotros mismos y nuestra autoestima.

La autoestima configura las defensas de nuestro estado emocional frente a las agresiones que provienen del exterior. Si nuestra autoestima disminuye, aumenta nuestra vulnerabilidad como personas.

Los juicios de valor repetitivos sobre nuestro aspecto, nuestras actuaciones o nuestra forma de pensar tienen el poder de poner en entredicho el valor que nos damos y, por lo tanto erosionan nuestra autoestima. Esto ocurre porque damos a las palabras del juez más valor que a nuestras propias creencias.

Solo al darnos cuenta de que los juicios son una visión relativa que no tiene porqué coincidir con la nuestra, podremos empezar a ganar confianza.

Saber que nadie tiene el derecho de juzgarnos -que solo son opiniones personales, pero lo más importante es que no te sirven para crecer- nos permitirá empezar a independizarnos emocionalmente del juez.

De las opiniones de los demás sobre ti, valora sólo las que provienen de personas que te acepten como eres, y te entiendan; si no hay aceptación y comprensión, no las hagas tuyas.

COMO RECUPERAR LA AUTOESTIMA.


COMO RECUPERAR LA AUTOESTIMA.
Para salir del círculo vicioso del acoso psicológico hay que empezar por uno mismo. Ser consciente de cuando se han superado los límites y decidirse a actuar.
~ Reconocer para desactivar.
Hablamos de agresión cuando el comportamiento de una persona atenta contra la dignidad de otra. Reconocer este tipo de violencia ayudará a desactivar los juegos psicológicos que genera.
~ Definir los límites.
Resulta importante definir qué es aceptable para una persona en una relación, cómo quiere ser tratada y qué no está dispuesta a tolerar. Estos límites son los puntales de la propia identidad, pero es preciso defenderlos para que sean efectivos.
Si en una situación se traspasa uno de estos límites, la persona debe pararse a reflexionar para poder actuar en consecuencia.
~ Conectar con las emociones.
Muchas veces la persona que sufre agresiones censura sus sentimientos, ya que se contradicen con la visión que impone el agresor. Es importante sentir y describir las emociones que aparecen y verbalizarlas. Definir como se siente en esa situación, y saber qué es lo que necesita, con esto se colocará de nuevo en su centro.
Conectar consigo misma y recuperar la sensación de importancia y valía personal.
~ Escribir.
Resulta útil escribir todos aquellos comentarios que han molestado o han despertado una sensación de amenaza, dolor, rabia o aturdimiento.
Tomar nota de las provocaciones puede ayudar a verlas con distancia para saber si se trata o no de una agresión a la propia integridad. Es una forma de develar el juego, de hacerlo más evidente, para intentar no quedarse atrapado en él.
~ Explicitar el juego.
La manipulación utiliza a menudo mensajes vagos, confusos o contradictorios, de los que resulta difícil defenderse. Una manera de desmontar estas trampas es explicitando todo aquello que está expresado de manera indirecta, ejemplo: “me siento dividido, por un lado me dices que no hace falta que te ayude; pero por el otro, siento que si no lo hago te enfadarás”.
~ Cuestionar la relación.
Una persona se puede sentir agredida y no ser consciente de las estrategias que usa a su vez para herir. Es importante diferenciar el maltrato de la lucha entre dos bandos. En el primer caso, una o varias personas están en una posición de superioridad, el poder es unilateral, mientras que el agredido renuncia y se somete. En el segundo, no hay sumisión, cada persona se siente atacada y justifica sus ataques como defensa.
~ Curar la herida emocional.
Las agresiones continuadas dejan como residuo una autoestima debilitada, sentimiento de culpa, miedo, creencias limitantes… Es preciso tratar estas heridas emocionales para que la persona pueda reconstruir su identidad y su sensación de valía. Cuanto más se refuerza la imagen positiva y competente de uno mismo, más aumenta la resistencia emocional y más difícil es que las agresiones hagan mella en la persona.
~ Adoptar un papel activo.
Si existen agresiones, es preciso actuar, ya sea para poner los límites que definan lo que se desea en esa relación, como para buscar ayuda o tomar otras decisiones.
Cuando existe sumisión, la persona debe traspasar el miedo al conflicto y el sentimiento de culpabilidad para enfrentarse a la situación. A veces la actitud conciliadora y razonable, no es suficiente y son necesarias medidas más drásticas.
-TERAPIA. Las personas que sufren acoso psicológico, les es difícil tener la claridad suficiente para frenar la situación y suelen necesitar apoyo profesional.

Valentía Emocional

VALENTÍA EMOCIONAL.


Hacer el vacío a alguien, ridiculizarlo delante de los demás, exigirle cada día más, juzgarle continuamente, recriminarlo sin motivo … Son actitudes reconocibles, incluso habituales en ciertas relaciones, pero no por eso son menos dañinas: se trata de diferentes formas de maltrato psicológico.

La mejor manera de desactivarlo antes de que hunda nuestra estima es identificarlo a tiempo y desarrollar nuestra valentía emocional; porque nadie puede herirnos sin nuestro consentimiento. Hay agresiones que no dejan marcas físicas evidentes como: el desprecio, los insultos, las amenazas, el sarcasmo, el gélido silencio … Son actitudes que utilizan como única arma las palabras o la ausencia de ellas, pero no por eso resultan menos dañinas o potencialmente destructivas.

Se trata de agresiones que no producen un daño físico sino emocional, que provocan unas heridas ciertamente menos visibles, pero que pueden ser más profundas, duraderas y más difíciles de curar.

A menudo se cae en el error de considerar este tipo de agresiones como un problema menor, algo menos grave o importante que la violencia física. Sin embargo el maltrato Psicológico esta infiltrado en muchas relaciones y suele ser la antesala y el ingrediente básico cuando existen agresiones físicas.

Precisamente por que no dejan un rastro visible suele ser más paralizantes y difícil de detectar, pudiendo llegar a lesionar gravemente la autoestima y el concepto que la persona tiene de sí misma.

~ Protegernos de la manipulación.

Las agresiones psicológicas pueden adoptar muchas formas y aparecer en los diferentes ámbitos de relación: la pareja, la familia, el trabajo, la escuela, los amigos… Estas actitudes negativas se han utilizado siempre como una forma de ganar poder en una relación, sea del tipo que sea.

Aunque es difícil evitar que aparezcan, si pueden generarse las condiciones para que no prosperen ni consigan arraigar en nuestra vida. Una de la claves es aprender a detectar estas agresiones y saber cómo protegerse de estos juegos de manipulación.

Solemos asociar el maltrato psicológico con personas maquiavélicas, terriblemente malvadas, retorcidas, egoístas… Esta asociación nos resulta tranquilizadora pues es una explicación simple y definida de este aspecto oscuro de las relaciones. Pero la realidad es mucho más compleja y todos estamos expuestos a ella. Cada vez que se ignora o se rechaza a alguien, cuando se utiliza el chantaje emocional, al intentar controlar lo que dice o hace otra persona, o cuando se menoscaba de manera más o menos consciente su autoestima, se está realizando una agresión a nivel emocional.

Este tipo de agresiones implican utilizar a alguien en beneficio propio y de manera más o menos encubierta. Sin embargo existen importantes diferencias en el grado: Sabemos que los gritos, los insultos, las amenazas, las ofensas o la violencia verbal pueden formar parte de sus muchas relaciones, sin que se pueda hablar realmente de maltrato. Aunque todos podemos emplear en un momento dado las palabras para lastimar, sólo se convierten en maltrato si las agresiones son repetidas y continuas, y existe un clima de hostilidad o rechazo en el fondo.

Dependiendo de su frecuencia e intensidad el efecto de las agresiones será más o menos destructivo. Cuando llegan a formar parte de la relación pueden generar mucho sufrimiento y situaciones lindantes al abuso, en las que se traspasan los límites que defienden la dignidad personal.

~ Formas de maltrato. La exigencia excesiva y la falta de valoración pueden ser una forma de maltrato, aunque se exprese mediante actitudes sutiles o aparentemente bien intencionadas.

El desdén, la burla y los insultos son una agresión más explícita y directa. El silencio, ignorar a la otra persona intencionadamente, negarle el saludo o cualquier tipo de atención supone una forma de maltrato más fría y calculada pero igualmente efectiva. En cualquier caso, las consecuencias sobre la persona que las sufre suelen ser similares: una débil autoestima y una sensación de incapacidad.

En ocasiones el maltrato psicológico no es evidente sino que se encuentra enmascarado. Precisamente las situaciones más perversas son aquellas en las que resulta más difícil defenderse, pues se utiliza un doble juego: se arremete de manera indirecta o velada mientras se niega que exista tal agresión. Si la persona expresa lo que percibe o siente se le acusa entonces de desconfiada, “loca” o de imaginarse cosas que no son. El resultado: la persona duda de sí misma, cree que es ella quien tiene un problema y debe cambiar. Con ello la agresión ha logrado su fin: conseguir el control sobre el otro.

~ Desequilibrios de poder. Las agresiones son un fenómeno relacional en el que intervienen como mínimo dos personas. Es imposible entenderlas y desactivarlas sin observar el contexto en el que aparecen. En ocasiones, los juegos de dominación se producen en las dos direcciones; es decir, cada persona intenta subyugar y controlar a la otra con diferentes estrategias de manipulación y maltrato. Es una lucha encarnizada de poder, que intensifica los mecanismos de la agresión. En estos casos, si solo se escucha a una de las partes, obtendremos una visión parcial, pues cada persona sufre la conducta del otro como maltrato, pero es incapaz de reconocer sus propias formas de agresión.

En ocasiones, el maltrato es unilateral: una o varias personas agraden desde una posición de superioridad. Estas agresiones van aumentando el desequilibrio de la relación. Quien ostenta el poder se siente cada vez más superior y tiene un mayor control mientras que el dominado es relegado a una posición más débil y de mayor supeditación.

En cualquier caso, se trata de relaciones malsanas, en las que la actuación de una persona alimenta la respuesta de la otra, y la agresión es un elemento que refuerza la diferencia o la lucha por el poder.

Pero este comportamiento se da en todos los ámbitos de la vida de una persona. Alguien que se muestra tirano en una relación puede ser diferente en otra, pero eso no le excusa. Es preciso descubrir qué sucede en la relación malsana para que exista este sometimiento, y para que los límites que defienden la integridad personal no funcionen.

A menudo, las agresiones aparecen de forma anodina, las pequeñas faltas de respeto, una mala contestación, una mentira… Si la persona o el entorno no reaccionan, pueden crecer y propagarse insidiosamente.

Puede resultar difícil de entender qué lleva a una persona a no defenderse de un trato irrespetuoso que la subyuga. Sin embargo, es preciso comprender que el rechazo y la ofensa actúan a un nivel muy profundo y emocional, lesionando la confianza y a la seguridad en uno mismo progresivamente. La persona va perdiendo su centro, está tan pendiente de lo que demanda el otro, de ganar su aceptación o evitar su enfado, que olvida cuales son sus propios sentimientos y necesidades.

Es una trampa en la que se cae inconscientemente, mientras que los rechazos y ataques se asumen como una realidad.

No obstante, la actitud del agresor resulta todavía más difícil de entender. La necesidad de humillar o rebajar a otro persona suele derivar de una gran sensación de inseguridad, que se intenta paliar ganando poder en la relación. Haciendo sufrir se encubre la propia debilidad y se crea una fortaleza ficticia a base de excluir o anular al otro.

~ Dejar el juego. Salir de una situación de maltrato psicológico suele ser complicado, sobre todo cuando tiene lugar desde hace tiempo, y puede necesitarse ayuda. La alarma

puede saltar ante ciertos síntomas, como depresión o ansiedad, o cuando la relación se vuelve muy destructiva al intensificarse la lucha. Solo los que tienen mejor suerte reconocen a tiempo las agresiones y las cortan antes de que se instaure el maltrato.

El paso más importante, es saber identificar las agresiones. Para ello es preciso tener en cuenta las sensaciones que aparecen cuando algo daña la propia dignidad. La manipulación suele ser vivida como una amenaza o exigencia, mientras que las ofensas provocan sentimientos intensos de dolor, rabia o culpabilidad.

Lo que se siente es real, por mucho que el agresor afirme que no existen razones. La persona debe definir lo que es aceptable para ella y así aprender a definirse de nuevo a sí misma.

Para salir de la confusión que genera el acoso, es necesario tomar distancia, o pensar o hablar sobre lo ocurrido. De ésta forma, se ganarán la claridad y firmeza necesarias para poner los límites coherentes que defiendan la autoestima. A veces, supone emprender un camino largo y difícil que implica tomar decisiones, realizar cambios y, sobre todo, construir una imagen más sólida de uno mismo a fin de que las agresiones no hagan tambalear la autoestima. Es un camino que implica encontrarse a uno mismo.

Holaaaaa amigos enamorados

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lunes, 20 de febrero de 2012

GIMNASIA CEREBRAL


GIMNASIA CEREBRAL

Se pueden sentir más emociones positivas si las llevamos a la práctica mediante cuatro sencillos ejercicios. Estos elevaran tu estado de ánimo de forma duradera.

Sabemos que cuidar nuestro cuerpo es importante y por eso tratamos de mantenernos en forma practicando algún deporte o yendo a un gimnasio; podemos poner a trabajar nuestra mente para fortalecerla y mantenerla en pleno rendimiento, esto puede ser de diferentes maneras: ~ Ejercicios de memoria, de lógica o resolución de problemas, nos ayudan a ejercitar nuestro intelecto.

~ Ejercicios de relajación y meditación nos permiten fortalecer nuestras conexiones neuronales internas.

~ Existen ejercicios destinados a desarrollar la parte emocional de la mente.

Según la psicología positiva, al trabajar directamente sobre nuestras emociones positivas y nuestras mejores características, podemos influir de manera decisiva en nuestro grado de satisfacción personal y vital.

Te propongo cuatro actividades mediante las cuales es posible trabajar los rasgos positivos que hay en cada uno de nosotros, estas sencillas prácticas han demostrado su capacidad para mejorar el ánimo y dotar a quienes las realizan de una mejor predisposición para la felicidad.

1.- LA CARTA DE GRATITUD. En este primer ejercicio trabajaremos sobre una habilidad humana llamada gratitud. Ser capaz de agradecer es un rasgo de la personalidad que se relaciona con la satisfacción vital, pues amplía los recuerdos del pasado. A través de esta habilidad expresamos el agradecimiento hacia otras personas o hacia la vida en general.

Piensa en alguna persona -familiar o no- que, en algún momento de tu vida te haya ayudado o se haya portado bien contigo, pero al que nunca hayas tenido oportunidad de agradecérselo. Cuando tengas a esta persona en tu mente, escríbele una carta de gratitud, en la que describes con todo detalle y sinceridad, por qué le estás agradecido.

Si es posible entrega esta carta personalmente y pídele que la lea delante de ti; si ha fallecido evócala mentalmente y léela en voz alta.

Expresar gratitud a una persona importante de nuestra vida es una experiencia muy emotiva y característica, especialmente si sentimos que estamos en deuda con ella. Muchas personas terminan fundidas en un fuerte abrazo y/o lloran de emoción

2.- EL DIARIO DE LA POSITIVIDAD. Aprender a ser conscientes de las cosas positivas que nos ocurren en al vida es una tarea que muchos tenemos pendientes. Este ejercicio aumenta nuestra capacidad de prestar atención a lo bueno que nos sucede en la vida y el poder de hacernos más conscientes de las cosas. Durante toda una semana, antes de irte a dormir escribe 3 cosas buenas que te hayan ocurrido durante el día. Trata de explicar el por qué de esos hechos positivos. Después de la semana, continúa haciendo el ejercicio, trata de incorporarlo a tus hábitos diarios, pero sin escribir, dedica unos minutos de tu tiempo, cada noche para reflexionar sobre 3 cosas positivas cada día.

Centrar la mente en los hechos positivos, modifica la atención y la manera en que afrontamos el día a día.

3.- AYUDAR A LOS DEMÁS. Esto es, a largo plazo, más satisfactorio que perseguir el placer personal, y lo demuestra este ejercicio. A lo largo de una semana, realiza una tarea placentera para ti mismo y una tarea destinada a ayudar a los demás.

Lanza una moneda al aire para decidir cual de las dos tareas llevarás a cabo en primer lugar y recuerda dedicar el mismo tiempo a ambas. Una vez realizadas, escribe acerca de tu experiencia, comparando y contrastando tus sentimientos y reacciones en cada actividad.

Con muy pocas excepciones, este ejercicio otorga a quienes lo realizan una lección de vida muy valiosa: la diversión personal es placentera en el momento en que estamos realizando la acción, pero es un placer fugaz. En contraste, el amor y la preocupación por los demás permanece.

4.- REGALAR TIEMPO. ¿Cuál es el regalo más valioso que podemos hacerle a la persona que queremos? El mejor regalo es nuestro propio tiempo, además de ser de un valor incalculable.

En este ejercicio elige a alguien a quien quieras y reflexiona acerca de qué podrías hacer por esa persona que implique básicamente dedicarle tu propio tiempo. Es decir, planea un regalo de tiempo para la persona elegida y entrégaselo.

El regalo puede consistir en hacer algo juntos o en hacer algo por tu cuenta, tómate el tiempo necesario para realizar esta actividad, considera el no portar reloj y no pensar en el tiempo empleado. Deja que la propia actividad hable por sí sola y que el tiempo fluya sin límites.

Realizados estos ejercicios, valora en que medida han tenido una repercusión en tu vida y piensa que este cambio se puede transformar en algo estable. Practicarlos con regularidad es entrenarse para ser feliz.

En Busca de un ayer perdido


EN BUSCA DEL AYER PERDIDO

Es importante que aprendas a ser generoso contigo mismo. Aprender a controlar tus emociones incontenibles e inexplicables que sólo te conducen a una frustración repetida que se alimenta con las mieles de tus continuas caídas y recaídas, de los propósitos nunca conquistados, de las promesas jamás cumplidas.

De manera inconsciente se vive un infierno permanente en el que buscas y no encuentras, quieres y no puedes o puedes pero no quieres, y aquello que deseas fervientemente, una y otra vez se te va de las manos.

Cuantas veces haz pretendido dejar algo, que te destruye y que te mantiene esclavo en una relación dependiente, destructiva o una adicción química y/o emocional como el alcohol o el cigarro. Más y más sientes que la necesitas, como si queriendo dejar algo o a alguien, mientras más esfuerzos realizas por alejarte, por terminar con la dependencia, más y más te esclavizara, y así, como una cinta sin fin, te encuentras repitiendo errores, reviviendo un infierno en tu mente, en tu corazón y en tu realidad material, sin entender siquiera la razón; porque precisamente esta es la cualidad relevante de la parte oscura de la mente: REPETIR Y MULTIPLICAR AQUELLO QUE HA SIDO GRABADO CON LA EXPERIENCIA DE UNA EMOCIÓN PROFUNDA E INTENSA.

Esta cualidad cesa cuando enfrentas de manera consciente la emoción original, la que genero una fractura en tu alma, un desgarre en el corazón

Para generar una genuina transformación interior resulta imprescindible voltear en el ayer y con plena consciencia sacar a la superficie los recuerdos del pasado para comenzar a tener el control de tus emociones y conducir toda esta energía inconsciente hacia los niveles de la consciencia.

Así pues, tener conciencia de ti es aprender a descubrirte, autoconocerte, poder viajar en el ayer y, con pleno conocimiento descubrir fracturas, momentos dolorosos, tal vez vergonzosos, que se grabaron en tu mente de manera inconsciente, que no solo te impulsan a repetir aquello que tanto te dañó; sino también a perder la noción de lo que es bueno o dañino para ti y los tuyos, a borrar la posible comprensión del porqué se aceptan situaciones que te degradan y laceran como gritos, golpes, ser la segunda o no ser nada, el porqué se aceptan humillaciones y malos tratos; el porqué destruyes tu mente y tu cuerpo con adicciones y tóxicos.

El porqué entregas tu cuerpo buscando una caricia, una migajita de amor, para después sentirte culpable, miserable, utilizada y más carente de aquello que con todo afán buscas: EL AMOR. No entender tampoco porqué gritas o golpeas, porqué te engarzas repentinamente en relaciones dependientes destructivas o te aíslas en la soledad.

Si no te conoces a ti mismo es inútil y estéril, cualquier intento de cambio aún cuando puede resultar cómodo, “fácil” y conveniente navegar en el mar de la inconsciencia, si es que se le puede llamar fácil y conveniente a repetir el infierno conocido de tu mente, de tu corazón y de tu realidad externa y material. Permanecer constantemente como hoja al viento, dependiendo siempre de las circunstancias ajenas a ti, de la decisión y aprobación de los demás; haciendo cosas que en realidad no deseas hacer para ser querido o por lo menos aceptado. Además, infringiendo dolor, vergüenza y culpa a quien más dices amar, o bien, callar tus emociones, incluso ignorarlas, enganchándote en emociones ajenas para poder justificar las propias; callando y guardando expresiones de amor que es más fácil compartir con la “mascota” que con tus propios familiares; este es el pago más cruel que demanda la inconsciencia.

Hacer consciencia es profundizar en la mente para descubrir las causas y razones de la vida que has llevado, haciendo contacto con el dolor original que te desgarró el alma y congeló la emoción en un recuerdo inconsciente que se repite como cadena eterna, que te ha esclavizado a repetir un ayer que ya no deseas vivir más; es dejar de ser víctima de las circunstancias; es aprender a ser libre, dueño de ti para dejar de ser esclavo de las emociones y dejar de engancharte en los reclamos y expectativas de los demás.

El dolor que vas a experimentar es un dolor diferente, un dolor que sana, que libera y que inicia una nueva vida, una vida mejor; por lo tanto, hacer conciencia, como podrás haberte dado cuenta, requiere esfuerzo y te obliga a atravesar por el bosque encantado y oscuro de tu ayer, en el que hace mucho, mucho tiempo se extravío tu niño pequeño, tu niño interior.

Conocer la dinámica de la mente, te permite comprender por lo menos una parte de los motivos y razones de ese rosario de errores repetidos a lo largo de tu existencia, pues en ningún ser humano existe la maldad natural, sólo la inconsciencia, la ignorancia que impulsa a “fotocopiar” el pasado, generando mayor ansiedad, culpa, auto devaluación, y con todo ello se multiplica el dolor y la soledad.

Este conocimiento te dará mayor fuerza para continuar la aventura maravillosa de rescatar a tu niño interior, pues penetrar en el nivel oscuro de la mente puede resultar doloroso; de hecho lo es. Pero surgir de la oscuridad acompañado de tu niño interior es convertirte en música, en sol; es recobrar todas las cualidades que un día te permitieron ser amigo de las aves, jugar con las estrellas, volar por el cielo y no sentirte solo; es recobrar tu inocencia, la frescura la espontaneidad y la capacidad de amar sin miedo, sin condición; también de perdonar sin esfuerzo alguno, de sonreír por el solo privilegio de existir.

En caso de desalentarte, levanta tu ánimo, llénate de energía, aliéntate a continuar en la búsqueda de tu niño interior; no obstante, estamos tan acostumbrados al dolor que nos hemos vuelto adictos a él; hemos aprendido a justificar todos los sinsabores que enfrentamos día con día.

El miedo callado durante tanto tiempo quizá te diga que nada modificará ese ayer que sin darte cuenta, moldeó tu hoy. Eso es evasión, negación, un mecanismo de defensa utilizado frecuentemente por el subconsciente para evitar enfrentar la realidad, tú verdadera realidad. Si esto es así, por favor no claudiques en el intento de continuar en el camino de los recuerdos engañosos. Mejor ve tu realidad y cuestiónate sobre si te gusta lo que estas viviendo. Mira hacia tu interior y acepta la soledad y la nostalgia inexplicables que permanecen en ti de manera silenciosa.

Estas deben ser tus razones para decidir si continúas o no con tu propósito de cambio, no los recuerdos engañosos que te llevaron a vivir el dolor más profundo que puede experimentar cualquier ser humano, ignorar que alguien o algo te robó tu niñez, pues dejar de ser niño a cualquier edad es una de las tragedias más grandes de la humanidad; por lo tanto, guíate sólo por lo que estás viviendo, por lo que pretendes cambiar y no por pensamientos inconscientes y engañosos que te seducen para continuar navegando en el mar de la inconsciencia, en la repetición constante del infierno conocido.

El miedo que albergas en tu interior sin darte cuenta se ha convertido en tu compañero constante y, cuando alguien te dice que vas a experimentar algo que te pueda causar dolor, aún cuando sea liberador, te incita a claudicar.

El rescate de tu niño interior te permite también entregar la llave de libertad a tus propios hijos y a los seres que amas, para que recorran su propio camino de redención. El contacto con tu niño interior constituye la esperanza anhelada, toda una vida de vivir en armonía y libertad, dejando los sentimientos, las limitaciones y carencias; y todo esto lo puedes lograr tú con plena consciencia: Descubriendo quien es tu niño interior.

El reencuentro con tu niño interior te dará la oportunidad de abrazarlo, tenerlo junto a ti, en tu consciencia y en tu corazón, para poder brindarle todo tu amor, ternura y la aceptación que en el ayer le faltó; con él lograrás recuperar la alegría, la espontaneidad, la confianza en ti mismo en la vida y en los demás.

¿Quién es?

Un ser en gestación, comienza a recibir, desde que es fecundado, amor o desamor, aceptación o rechazo y todas las emociones, tanto positivas como negativas que la madre experimenta durante este lapso. Una vez que nace, de nuevo vuelve a sentir el impacto de las emociones recibidas en ese momento; amor o desamor y rechazo, talvez porque lo que esperaban del bebé no llegó (hombre o mujer), el color de piel, el parecido, la duda de la paternidad, el miedo que experimentan los padres ante la economía con la que cuentan, las presiones de la vida cotidiana, los distanciamientos o el abandono, etc.; de igual manera el amor y la aceptación que recibe desde ese momento van conformando en el bebé seguridad, una sensación interna de aceptación y confianza; en caso contrario, inseguridad o temor que se manifiesta en llanto y malestar constante que genera mayor cúmulo de emociones negativas que se revierten en el bebé, el cual vuelve a sentir el impacto del rechazo, de la no aceptación y el desamor.

A lo largo del desarrollo de la infancia, se experimentan situaciones que afectan el mundo emocional del niño y que van quedando grabadas en las profundidades de la inconsciencia, pero si éstas han generado un profundo dolor, culpa o vergüenza, la dinámica de la mente tiende a ocultarlas en los niveles más recónditos, grabándolas con la fuerza de la emoción de ese momento, por lo que de manera inconsciente, tendemos a repetir o multiplicar el daño experimentado en aquel momento de nuestro ayer; repitiendo la infracción contra nosotros mismos, castigándonos o agrediéndonos u ofendiéndonos como en los momentos de aquel ayer que nos desgarró el corazón.

Cuantas veces, cuando cometes un error, repites en silencio o en voz alta; “soy un estúpido”, “una tarada”, “todo lo hago mal”, etc., si haces un poco de memoria, son las mismas palabras que te decían cuando apenas eras un infante. En ocasiones, esos recuerdos inconscientes, el daño y el dolor almacenados toda una vida, se vierten en contra de las personas que nos rodean, y cuando menos pensamos estamos incurriendo en la misma situación, volcando contra ellos todas las agresiones que en ese ayer cometieron contra nosotros y que un día juramos nunca volver a vivir.

Cuando te has encontrado gritando, golpeando, amenazando como tantas veces lo hicieron contigo, en esos momentos es tu niño interior quien grita, vocifera y repite todo lo que aprendió, todo lo que le hacían en esos momentos de dolor; ciego de la ira y el sufrimiento amargo de tu niño interior, que contamina cada instante de tu vida y te arrastra hacia las tinieblas de la inconsciencia para “fotocopiar” el pasado y de repente, regresas a la realidad asustado, sorprendido y culpable.

Recuerda “Somos víctimas, hijos de víctimas”.

Con el paso del tiempo, el desarrollo físico continúa y llegamos a la edad adulta y con ella, mil y una responsabilidades que tenemos que enfrentar día con día, ignorando que cada uno de nosotros llevamos en el interior un niño pequeño y frágil que, al no tener la nutrición adecuada emocionalmente, fue acumulando fracturas en el alma y aprendió a callar sus miedos y preguntas, cansado de no obtener respuestas. Aprendió a sentirse culpable de todo lo que pasaba a su alrededor.

Tal vez sintió el impacto de ofensas, insultos, golpes, comparaciones y el abuso en todas las expresiones, de personas que el corazón de un niño sólo esperaba amor, respeto y confianza.

Cuando un niño es víctima de este tipo de agresión se distorsiona el concepto de sí mismo y cae en una profunda autodevaluación; además, se instala un sentimiento permanente de culpa y de creerse malo y diferente.

Esta experiencia como muchas otras sufridas en la infancia generan un dolor tan intenso que el desarrollo emocional se bloquea, dejando atrás a un niño asustado y triste, tal vez avergonzado y culpable, que se pierde entre las tinieblas y la oscuridad de la inconsciencia, que llora sin que nadie lo escuche ni lo consuele.

Y por si esto fuera poco, ese niño fracturado con el látigo del desamor, tratará, una y otra vez, de formar una relación estable, de encontrar a alguien que lo ame y le acepte tal cual es, incluso comprando afecto, aceptando situaciones que le degraden y avergüenzan y, sin embargo, difícilmente podrá entablar una relación permanente, pues desde tiempo atrás aprendió a desconfiar de los demás, de la vida y de sí mismo.

Probablemente haya recibido gritos y regaños; frases y ademanes que le hayan hecho sufrir el impacto de la soledad y la incomprensión, sobretodo sentirse ridículo o raro, por sentir y expresar emociones, lo que le obligo a callar sus sentimientos y a incrementar su miedo. Aprendió a reprimir o evadir las emociones, preparándose con ello para la vida adulta y ser una persona codependiente o bien de los ayudadictos; es decir, las personas que siempre se encuentran enfrascadas en la necesidad de “salvar” a los demás, de arreglar vidas ajenas, aún cuando la propia se encuentre desmoronada y sin sentido.

Con ello, el adulto con un niño herido en su interior, de manera inconsciente se programa para ser infeliz; una y otra vez busca situaciones o relaciones que garanticen un sufrimiento permanente ¡sólo porque inconscientemente tiene miedo a ser feliz!. Se siente imposibilitado a decir ¡Basta!, siempre aparentando ante los demás bienestar y felicidad, escondiendo bajo una máscara el llanto desgarrador de un niño que aprendió a reprimir las emociones negativas por temor a saberse malo y sentirse rechazado, quedando atrapado en sentimientos inexplicables de tristeza, nostalgia, ira y frustración que le llevan a perder el control de sus emociones, a decir cosas que quiere callar, a gritar sin razón aparente y a volver a sentir una y otra vez la culpa, la soledad y el rechazo, que en aquel ayer se experimentó.

Sin importar los intentos que realices por cambiar, ni la edad, ni el grado de avance económico o profesional que hayas logrado adquirir, día con día se experimenta una vez más el infierno conocido de un ayer, que se hace hoy.

Y es a través de ese niño interior lacerado, olvidado y abandonado en la oscuridad y las tinieblas del subconsciente, que sentimientos añejos invaden tus momentos actuales para contaminar cada “hoy”, para hacerte sentir ridículo y torpe, para hacerte actuar de manera infantil e inmadura, dañándote tu mismo y a los demás.

Este es el drama de nuestra existencia: repetir patrones inconscientes, agregando patrones de dolor y amargura a la cadena de esclavitud que nos mantiene atados al infierno interminable de la inconsciencia. Esta es la verdadera causa de la pesadilla que estamos viviendo como humanidad: un niño lacerado, desvalido y atrapado, prisionero en un cuerpo de adulto.

Debemos rescatar de ese ayer los momentos maravillosos de tranquilidad y paz para enriquecer y transformar cada día de nuestra vida, de nuestro hoy para experimentar la frescura, la espontaneidad que sólo un niño puede ofrecer, ya que si a todas las fracturas albergadas en el alma le agregamos que a nosotros nos tocó hacer nuestra aparición en el escenario de la vida en un siglo materialista, en el que se ha ignorado la importancia de la vida emocional y espiritual, nos encontramos ya frente al perfil de nuestra más intensa tragedia; exiliados de nosotros mismos, vacíos en el interior, con cuerpos de adultos, dispuestos a hacer nuestro mejor papel como seres humanos en todos los terrenos a lo largo de nuestra vida.

No obstante, en el interior permanece instalado un niño pequeño temeroso e inseguro, porque tal vez en su ayer fue comparado y ridiculizado frente a los demás; y tal vez se encuentre lleno de ira y rabia porque haya sido agredido y golpeado porque en ocasiones tiene brotes de ira inexplicables.

Ignorar que llevamos un niño herido, lastimado en lo profundo de su ser, solo conduce a sentirnos atropellados, agredidos por medio mundo y otra vez, a pensar que nos hacen de menos, que todo lo que se dice y hace es en nuestra contra, a ofrecer respuestas tontas y absurdas cuando nos sentimos presionados, a sentir envidia de todo y de todos por el temor inconsciente de ser desplazados; a vivir siempre de espaldas a la vida, transitando por caminos que no son los nuestros, reproduciendo carencia, enfermedad, sufrimiento y agobio.

Ignorando que no son las circunstancias actuales las que nos afectan, sino los recuerdos inconscientes que ahondan las fracturas del alma del niño que llora en nuestro interior; y así, queriendo entregar lo mejor de nosotros mismos, nos sentimos imposibilitados incluso para decir te amo. Habiendo sido abandonados por un ser querido en alguna etapa de nuestra infancia, nos programamos inconscientemente para ser abandonados o para abandonar a quien más amamos, aún cuando este abandono sea de índole emocional, pues resulta imposible brindar lo que no se ha recibido. A menos que logremos rescatar a ese niño interior, para brindarle a partir de hoy, en todo momento el amor y la ternura que hubiésemos querido recibir en aquel ayer.

Ahora ya sabes quien es tu niño interior: eres tú mismo en un ayer distante, perdido y olvidado en la parte oscura de la inconsciencia, experimentando constantemente miedo, dolor, desamor, culpa y muchas emociones más que te han robado hasta el deseo de soñar y, sin darte cuenta has enterrado anhelos e ilusiones entre lágrimas de vergüenza y soledad.

¿Ahora entiendes el porqué de la división interna que experimentas frecuentemente?,

¿El porqué de la dualidad, de esa nostalgia inexplicable? Y ¿Cuánto tiempo has permanecido exiliado de ti mismo?

A estas alturas sabes que se encuentra perdido en la parte oscura de la mente, atado con lazos emocionales a los recuerdos de un ayer doloroso que, de manera inconsciente, te obligan a repetir los hechos lastimosos que fracturaron tu alma de niño; existen causas inconscientes, anteriores incomprensibles, que te confundían y dañaban reiteradamente, haciéndote sentir impotente para dirigir tu existencia, para ser siquiera dueño de tus emociones, pues de una manera u otra te has encontrado replicando en tu vida aquello que tanto daño te causó, involucrándote con tipos que en esencia representan lo que más detestas y te recuerdan de manera inconsciente las situaciones lastimosas del ayer.

Por lo tanto, debes rescatar del dolor amargo al niño que vive en tu interior, que ha permanecido cautivo y, como el héroe de aquellos cuentos infantiles, buscar el tesoro resguardado por dragones y monstruos que representan el miedo y la culpa, y que pretenden hacer que declines en este intento de ser uno contigo mismo, de ser libre y auténtico: ser simplemente tú, sin miedo ni ataduras, consiguiendo una nueva oportunidad para vivir.

Mientras más recursos tengas, más provisto te encontrarás para enfrentar la adversidad y los tiempos difíciles que en algún momento vas a experimentar. Que nada turbe tu corazón en el propósito de continuar con tu afán de conquistar una vida mejor a través del rescate de tu niño interior, pues evadir es lo que has realizado todo el tiempo. No enfrentar el dolor que generó las fracturas y desgarres en tu alma, te ha programado para repetir aquello de lo que pretendes escapar.

El infierno vivido y el dolor experimentado, deben de ser alicientes suficientes para continuar con tu propósito, pues solo cuando se hace contacto con el dolor original y se rescata el dolor que se colapso en el momento de la infracción vertida en tu alma de niño, se logra liberar de sentimientos encontrados y destructivos, y con ello apoderarse de las llaves que abren candados de esclavitud e inconsciencia para comenzar a construir la vida que desde lo más profundo de tu corazón deseas.

Procura cargar siempre papel y lápiz para anotar las evocaciones que vayan emergiendo de las profundidades; es de hacer notar que mientras te encuentres inmerso en está búsqueda, No tomes decisiones importantes o trascendentes (como separarte de la familia o establecer una nueva relación de pareja; a menos que te encuentres sometido a una tensión que afecte tu integridad física o emocional como un duelo).

En este camino, es probable que tengas que enfrentar emociones muy difíciles de aceptar con plena consciencia, pues por ignorancia del funcionamiento de la dinámica de la mente, con frecuencia nos encontramos reprimiendo o disfrazando las emociones que emergen del subconsciente. Recuerda que en este plano, tanto los pensamientos y sentimientos fluyen de manera ininterrumpida como las olas del mar y deben llegar al plano de la consciencia el contenido inconsciente a través de los recuerdos, imágenes, sueños y melodías. Recuerda que el subconsciente es amorfo, ilógico e instintivo; este puede surgir con la fuerza de un huracán, sobre todo en momentos en que te afectan emociones intensas; agradables o no, como odio, muerte y destruir ya sea a ti o a todos.