domingo, 26 de febrero de 2012
COMO ESCUCHAR EL CORAZÒN.
APRENDER A QUERERSE 2
sábado, 25 de febrero de 2012
CLAVES PARA ORGANIZARTE
CLAVES DEL BIENESTAR.
APRENDER A QUERERSE.
jueves, 23 de febrero de 2012
SIETE FORMAS DE MALTRATO. (Tema largo pero muy interesante)
Victimista, tiránica, manipuladora… son personalidades que se adoptan para conseguir el control en las relaciones desiguales. Desenmascararlas es el primer paso para apartarse de ellas.
- Relaciones tiránicas.
Cuando las relaciones están fundadas en la igualdad y la libertad es posible encontrar soluciones si nos sentimos maltratados. Decimos “no” y elegimos otro camino, lo que significa cuidar de nosotros, de los demás y de la vida.
Por mucho prestigio que haya tenido el sufrimiento, el sacrificio o la resignación; a la vida no le hacen bien las relaciones que desvitalizan y hacen sufrir. El problema viene cuando las personas no son libres o no se definen como iguales, aún siendo diferentes. Aquí brota la semilla inevitable del dolor.
Si nos centramos en el maltrato que adopta la postura de tirano, depredador y desconsiderado, descubrimos que en su alarde de superioridad y autoritarismo -con el que busca asustar o humillar-, se esconde su incapacidad para lograr el respeto que desea y que teme no conseguir de forma natural. Necesita imponerse porque no confía en sí mismo y no puede respetarse.
Probablemente dentro de un tirano se esconde alguien que vive humillado y envilecido, y decidido a tomar la posición del más fuerte para humillar y envilecer a los demás.
El modelo de relación tirano - vasallo está teñida de miedo. Quizá todas las relaciones destructivas vienen del miedo y de la falsa idea de que “Yo soy mejor que tú”. La posición del tirano se aprendió en los primeros vínculos familiares. A veces permanece latente y despierta en los contextos que lo consienten, como las clásicas situaciones profesionales de mando; o el tirano huele la carnaza de los que toman la Posición de débiles y víctimas. Y es que las relaciones tienden a hacer sinapsis con sus opuestos: el fuerte busca al débil, el astuto al ingenuo, el sacrificado al gozador, el sádico al masoquista…
Sea como sea, resulta de gran ayuda respetar y mirar la dignidad del que ejerce de tirano - su persona no sus actos - y ver el miedo y la villanía que esconde. Al mismo tiempo, debemos sentir siempre nuestra propia dignidad y respeto para dejar claro que no toleraremos salidas de tono o desconsideraciones. Es casi una prueba de inmunidad, tener interiorizado que todos somos dignos, “ni mejores ni peores” y no olvidarlo nunca.
Cuando tratamos personas enfermas de poder, debemos apartarnos de su camino. Si se trata de contextos inevitables, nos mantendremos en nuestra posición interior de valor.
- Complejo de superioridad.
El poeta alemán Goethe señalo que ciertos libros parecen escritos no para aprender sino para que se reconozca lo que sabe su autor. Al igual que estos libros, muchas personas se relacionan y transmiten sus conocimientos no por enseñar a los demás y ayudarles, sino por pura soberbia y vanidad.
En efecto, pueden poseer un gran conocimiento y una seguridad envidiables, pero no se trata de lo que saben sino del menos precio que sienten ante lo que sabe el prójimo. El problema de estas personas tiene que ver con la representación que hacen de su excelencia, no con su excelencia en sí misma; son sujetos soberbios.
La sabiduría tiene un componente racional, una actitud de apoyo y respeto. El hombre “sabio” trata de ser útil a los demás, el “sabiondo” trata de hacerse necesario procurando que los otros sientan inferiores ante él, ante sus conocimientos. Esta actitud despectiva de maltrato psicológico es su forma de sentirse importante. Pero “dime de que presumes y te diré de que careces”; detrás del “sabiondo” se esconde un ser vulnerable e inseguro, y su comportamiento encierra una gran paradoja: su prepotencia es, en el fondo, impotencia.
Así que, no debe paralizarnos su brillantez pues, como el poeta Baltazar Gracián decía: “aunque muchos son sabios en latín, suelen ser grandes necios en romance”.
VICTIMISMO, OTRA FORMA DE ABUSO.
Dentro del tipo de maltratadores, se incluye a la persona que desempeña el papel contrario. Aquella que siempre es víctima de los demás y se siente víctima del mundo. Aquella que -porque en la vida no le ha ido bien o porque considera que no ha sido bien tratada- exige que los demás le den todo lo que pide, con el agravante de que si eso no ocurre, se considera con el derecho de exigir o de condenar a los otros.
Su discurso suele ser inconfundible: “Con lo que yo te quiero y mira cómo me lo pagas … Con lo que sufro y no eres capaz de darme lo poco que te pido. Con lo que he hecho por ti y ahora que te necesito.”.
El problema es que espera que lo que no le fue dado -seguramente fue abandonada o no reconocida- se lo darán quienes tiene a su alrededor. Digo “se lo darán”, no “lo tomará”, ya que espera que los demás le adivinen sus necesidades sin tener que hacer nada para conseguirlo. Sólo sentirse merecedora de toda atención, lo que se traduce en que los otros deben hacer lo que ella quiera, pero sin pedirlo. Si esto no ocurre, deja oír su discurso victimista y acusador hacia el otro.
Para detectar a la persona victimista hay que estar atento a su discurso. Si sólo son malos los demás y ella siempre es inocente, piensa que la realidad nunca es así y que no quiere responsabilizarse de su parte. Si tratas de darle soluciones y no le vale ninguna, sospecha: seguramente, prefiere quejarse antes que hallar una solución. Si te sientes con el deber a atenderla y eres su único recurso, no lo creas, siempre hay alternativas.
Cuando todo depende de lo que hagas sin que ella tenga que hacer nada, piensa que trata de que le soluciones la vida sin que ella tenga que hacer nada por llenarse. Cuando sientas que su discurso victimista no te conmueve sino que te irrita, seguramente es fingido. Una buena estrategia es no apresurarse a actuar frente a sus demandas y saber que cualquier persona es capaz de encontrar una solución por sí misma.
LA AUSENCIA QUE HIERE.
Todo lo que hacemos o dejamos de hacer aumenta o disminuye el nivel de sufrimiento de quienes nos rodean.
Ausente de sí mismo, de sus relaciones, de la vida… es incapaz de comprometerse consigo mismo ni con los demás. Desconectado de la realidad, vive pendiente de sus necesidades y prescinde de quienes le rodean. Por miedo, por ignorancia, por comodidad de los propios recursos o por egoísmo… se encierra en un mundo pequeño y endogámico donde “el otro” es visto como una molestia o como un medio.
Padres que dimiten de la educación de sus hijos; adultos que entablan relaciones superficiales en las que sólo importa el beneficio obtenido, compañeros incapaces de trabajar en equipo. Todos convencidos de que se salvarán solos o de que el problema de otro no es cosa suya.
La desidia de estas personas genera en los demás sentimientos de soledad, abandono, ira, sufrimiento y sobretodo desamor. La desidia es una forma de maltrato. Esta decisión de la responsabilidad individual tiene un impacto desequilibrante en el entorno de la persona y puede acabar destruyéndola. Porque no responder también es una respuesta… y peligrosa.
DESCUBRIR EL JUEGO DEL MANIPULADOR.
El manipulador es un mago de la palabra: rápido en sus respuestas, seguro en sus decisiones, contundente en sus argumentos, arrollador en su actitud; tanto que nos deja poco margen para reaccionar distinto a aquello que dictan sus designios.
Pero decir que el manipulador es simplemente, un ser egoísta que no tiene en cuenta las necesidades de los demás y que cree que el mundo existe sólo para servirle, sería mostrar únicamente una cara de la luna. Si profundizamos para comprender los motivos de dicha actitud, podremos trascenderlos.
Teniendo en cuenta que todo comportamiento se mantiene porque cumple una función, hemos de aceptar que una persona es manipuladora, porque con esa actitud obtiene lo que necesita. Y si a alguien le resulta más fácil obtener lo que necesita del exterior que por sus propios medios, estamos ante una persona con importante carencias (de confianza, autoestima, de valores…), aunque aparezca ante los demás como todo lo contrario. De hecho, se aprovecha de la energía de los otros para nutrirse de ella.
El manipulador establece vínculos de dependencia con alguien que no es consciente de la artimaña o, si la percibe, no puede safarse de ella, lo que le produce una gran frustración. Pero estas relaciones son como una partida de ajedrez en la que no es preciso ganar sino impedir que las piezas del otro entren en la mitad de su tablero, si lo hacen, la responsabilidad también será nuestra.
Para evitar o minimizar las consecuencias de este tipo de agresión es esencial plantearnos qué es lo que nos engancha al manipulador, pues nosotros también obtenemos algún beneficio de esta relación (seguridad, afecto, sexo…). También es fundamental vencer el miedo a expresarnos asertivamente. Superando esto, sólo pueden pasar dos cosas: que el manipulador recule o estalle el conflicto. Si finalmente la relación se arruina, como tanto tememos, será más fácil asumirlo que seguir arrastrando una relación dañina.
EL CHANTAJE EMOCIONAL.
Frases aparentemente inocentes pero que esconden una exigencia, amenazas para obtener un fin. Todo forma parte del chantaje emocional. La intención: provocar miedo, angustia, condicionar una reacción, etc.
El chantajista emocional se cree una víctima, es inseguro y temeroso, pero esconde sus propias necesidades, creándolas en los demás, y lo consigue. Desenmascarar al chantajista emocional resulta complicado, pues suelen comportarse así con las personas que más le quieren y que temen no estar a la altura de sus demandas. Cuando no obtienen lo que buscan, hacen que se sientan culpables, se muestran incapaces de aceptar un no.
Pero no podemos decir “si” si no queremos hacerlo. Por eso es muy importante dejar claros los límites, saber que nadie dirige las acciones de otro si no es él mismo. Saber que tenemos el mismo derecho de elegir como de equivocarnos es primordial.
Sin nuestro consentimiento, el chantajista percibe su impotencia y deja de intentarlo. Puede que tengamos que sufrir su enfado, pero basta con darle tiempo. Una vez que vuelva la calma, podemos utilizar el diálogo para explicarle cuáles son nuestras razones y hacerle entender que cuando pides, tienes que estar dispuesto a escuchar un si, pero también un no.
Algunas personas necesitan tiempo para entenderlo, el secreto está en dárselo.
DESAFIAR LOS DICTADOS DEL JUEZ.
En mayor o menor grado, a todos nos influyen las críticas que nos hacen los demás. Normalmente, somos capaces de procesarlas, algunas veces nos influyen para mejorar y otras las rechazamos porque no nos aportan nada positivo.
Pero hay situaciones en las que una persona allegada (nuestra pareja, familiar o amigo) se sitúa en el papel de juez en nuestra relación. En estas circunstancias, las críticas pueden convertirse en un elemento que destruya paulatinamente el concepto que tenemos de nosotros mismos y nuestra autoestima.
La autoestima configura las defensas de nuestro estado emocional frente a las agresiones que provienen del exterior. Si nuestra autoestima disminuye, aumenta nuestra vulnerabilidad como personas.
Los juicios de valor repetitivos sobre nuestro aspecto, nuestras actuaciones o nuestra forma de pensar tienen el poder de poner en entredicho el valor que nos damos y, por lo tanto erosionan nuestra autoestima. Esto ocurre porque damos a las palabras del juez más valor que a nuestras propias creencias.
Solo al darnos cuenta de que los juicios son una visión relativa que no tiene porqué coincidir con la nuestra, podremos empezar a ganar confianza.
Saber que nadie tiene el derecho de juzgarnos -que solo son opiniones personales, pero lo más importante es que no te sirven para crecer- nos permitirá empezar a independizarnos emocionalmente del juez.
De las opiniones de los demás sobre ti, valora sólo las que provienen de personas que te acepten como eres, y te entiendan; si no hay aceptación y comprensión, no las hagas tuyas.
COMO RECUPERAR LA AUTOESTIMA.
Valentía Emocional
Hacer el vacío a alguien, ridiculizarlo delante de los demás, exigirle cada día más, juzgarle continuamente, recriminarlo sin motivo … Son actitudes reconocibles, incluso habituales en ciertas relaciones, pero no por eso son menos dañinas: se trata de diferentes formas de maltrato psicológico.
La mejor manera de desactivarlo antes de que hunda nuestra estima es identificarlo a tiempo y desarrollar nuestra valentía emocional; porque nadie puede herirnos sin nuestro consentimiento. Hay agresiones que no dejan marcas físicas evidentes como: el desprecio, los insultos, las amenazas, el sarcasmo, el gélido silencio … Son actitudes que utilizan como única arma las palabras o la ausencia de ellas, pero no por eso resultan menos dañinas o potencialmente destructivas.
Se trata de agresiones que no producen un daño físico sino emocional, que provocan unas heridas ciertamente menos visibles, pero que pueden ser más profundas, duraderas y más difíciles de curar.
A menudo se cae en el error de considerar este tipo de agresiones como un problema menor, algo menos grave o importante que la violencia física. Sin embargo el maltrato Psicológico esta infiltrado en muchas relaciones y suele ser la antesala y el ingrediente básico cuando existen agresiones físicas.
Precisamente por que no dejan un rastro visible suele ser más paralizantes y difícil de detectar, pudiendo llegar a lesionar gravemente la autoestima y el concepto que la persona tiene de sí misma.
~ Protegernos de la manipulación.
Las agresiones psicológicas pueden adoptar muchas formas y aparecer en los diferentes ámbitos de relación: la pareja, la familia, el trabajo, la escuela, los amigos… Estas actitudes negativas se han utilizado siempre como una forma de ganar poder en una relación, sea del tipo que sea.
Aunque es difícil evitar que aparezcan, si pueden generarse las condiciones para que no prosperen ni consigan arraigar en nuestra vida. Una de la claves es aprender a detectar estas agresiones y saber cómo protegerse de estos juegos de manipulación.
Solemos asociar el maltrato psicológico con personas maquiavélicas, terriblemente malvadas, retorcidas, egoístas… Esta asociación nos resulta tranquilizadora pues es una explicación simple y definida de este aspecto oscuro de las relaciones. Pero la realidad es mucho más compleja y todos estamos expuestos a ella. Cada vez que se ignora o se rechaza a alguien, cuando se utiliza el chantaje emocional, al intentar controlar lo que dice o hace otra persona, o cuando se menoscaba de manera más o menos consciente su autoestima, se está realizando una agresión a nivel emocional.
Este tipo de agresiones implican utilizar a alguien en beneficio propio y de manera más o menos encubierta. Sin embargo existen importantes diferencias en el grado: Sabemos que los gritos, los insultos, las amenazas, las ofensas o la violencia verbal pueden formar parte de sus muchas relaciones, sin que se pueda hablar realmente de maltrato. Aunque todos podemos emplear en un momento dado las palabras para lastimar, sólo se convierten en maltrato si las agresiones son repetidas y continuas, y existe un clima de hostilidad o rechazo en el fondo.
Dependiendo de su frecuencia e intensidad el efecto de las agresiones será más o menos destructivo. Cuando llegan a formar parte de la relación pueden generar mucho sufrimiento y situaciones lindantes al abuso, en las que se traspasan los límites que defienden la dignidad personal.
~ Formas de maltrato. La exigencia excesiva y la falta de valoración pueden ser una forma de maltrato, aunque se exprese mediante actitudes sutiles o aparentemente bien intencionadas.
El desdén, la burla y los insultos son una agresión más explícita y directa. El silencio, ignorar a la otra persona intencionadamente, negarle el saludo o cualquier tipo de atención supone una forma de maltrato más fría y calculada pero igualmente efectiva. En cualquier caso, las consecuencias sobre la persona que las sufre suelen ser similares: una débil autoestima y una sensación de incapacidad.
En ocasiones el maltrato psicológico no es evidente sino que se encuentra enmascarado. Precisamente las situaciones más perversas son aquellas en las que resulta más difícil defenderse, pues se utiliza un doble juego: se arremete de manera indirecta o velada mientras se niega que exista tal agresión. Si la persona expresa lo que percibe o siente se le acusa entonces de desconfiada, “loca” o de imaginarse cosas que no son. El resultado: la persona duda de sí misma, cree que es ella quien tiene un problema y debe cambiar. Con ello la agresión ha logrado su fin: conseguir el control sobre el otro.
~ Desequilibrios de poder. Las agresiones son un fenómeno relacional en el que intervienen como mínimo dos personas. Es imposible entenderlas y desactivarlas sin observar el contexto en el que aparecen. En ocasiones, los juegos de dominación se producen en las dos direcciones; es decir, cada persona intenta subyugar y controlar a la otra con diferentes estrategias de manipulación y maltrato. Es una lucha encarnizada de poder, que intensifica los mecanismos de la agresión. En estos casos, si solo se escucha a una de las partes, obtendremos una visión parcial, pues cada persona sufre la conducta del otro como maltrato, pero es incapaz de reconocer sus propias formas de agresión.
En ocasiones, el maltrato es unilateral: una o varias personas agraden desde una posición de superioridad. Estas agresiones van aumentando el desequilibrio de la relación. Quien ostenta el poder se siente cada vez más superior y tiene un mayor control mientras que el dominado es relegado a una posición más débil y de mayor supeditación.
En cualquier caso, se trata de relaciones malsanas, en las que la actuación de una persona alimenta la respuesta de la otra, y la agresión es un elemento que refuerza la diferencia o la lucha por el poder.
Pero este comportamiento se da en todos los ámbitos de la vida de una persona. Alguien que se muestra tirano en una relación puede ser diferente en otra, pero eso no le excusa. Es preciso descubrir qué sucede en la relación malsana para que exista este sometimiento, y para que los límites que defienden la integridad personal no funcionen.
A menudo, las agresiones aparecen de forma anodina, las pequeñas faltas de respeto, una mala contestación, una mentira… Si la persona o el entorno no reaccionan, pueden crecer y propagarse insidiosamente.
Puede resultar difícil de entender qué lleva a una persona a no defenderse de un trato irrespetuoso que la subyuga. Sin embargo, es preciso comprender que el rechazo y la ofensa actúan a un nivel muy profundo y emocional, lesionando la confianza y a la seguridad en uno mismo progresivamente. La persona va perdiendo su centro, está tan pendiente de lo que demanda el otro, de ganar su aceptación o evitar su enfado, que olvida cuales son sus propios sentimientos y necesidades.
Es una trampa en la que se cae inconscientemente, mientras que los rechazos y ataques se asumen como una realidad.
No obstante, la actitud del agresor resulta todavía más difícil de entender. La necesidad de humillar o rebajar a otro persona suele derivar de una gran sensación de inseguridad, que se intenta paliar ganando poder en la relación. Haciendo sufrir se encubre la propia debilidad y se crea una fortaleza ficticia a base de excluir o anular al otro.
~ Dejar el juego. Salir de una situación de maltrato psicológico suele ser complicado, sobre todo cuando tiene lugar desde hace tiempo, y puede necesitarse ayuda. La alarma
puede saltar ante ciertos síntomas, como depresión o ansiedad, o cuando la relación se vuelve muy destructiva al intensificarse la lucha. Solo los que tienen mejor suerte reconocen a tiempo las agresiones y las cortan antes de que se instaure el maltrato.
El paso más importante, es saber identificar las agresiones. Para ello es preciso tener en cuenta las sensaciones que aparecen cuando algo daña la propia dignidad. La manipulación suele ser vivida como una amenaza o exigencia, mientras que las ofensas provocan sentimientos intensos de dolor, rabia o culpabilidad.
Lo que se siente es real, por mucho que el agresor afirme que no existen razones. La persona debe definir lo que es aceptable para ella y así aprender a definirse de nuevo a sí misma.
Para salir de la confusión que genera el acoso, es necesario tomar distancia, o pensar o hablar sobre lo ocurrido. De ésta forma, se ganarán la claridad y firmeza necesarias para poner los límites coherentes que defiendan la autoestima. A veces, supone emprender un camino largo y difícil que implica tomar decisiones, realizar cambios y, sobre todo, construir una imagen más sólida de uno mismo a fin de que las agresiones no hagan tambalear la autoestima. Es un camino que implica encontrarse a uno mismo.
Holaaaaa amigos enamorados
lunes, 20 de febrero de 2012
GIMNASIA CEREBRAL
GIMNASIA CEREBRAL
Se pueden sentir más emociones positivas si las llevamos a la práctica mediante cuatro sencillos ejercicios. Estos elevaran tu estado de ánimo de forma duradera.
Sabemos que cuidar nuestro cuerpo es importante y por eso tratamos de mantenernos en forma practicando algún deporte o yendo a un gimnasio; podemos poner a trabajar nuestra mente para fortalecerla y mantenerla en pleno rendimiento, esto puede ser de diferentes maneras: ~ Ejercicios de memoria, de lógica o resolución de problemas, nos ayudan a ejercitar nuestro intelecto.
~ Ejercicios de relajación y meditación nos permiten fortalecer nuestras conexiones neuronales internas.
~ Existen ejercicios destinados a desarrollar la parte emocional de la mente.
Según la psicología positiva, al trabajar directamente sobre nuestras emociones positivas y nuestras mejores características, podemos influir de manera decisiva en nuestro grado de satisfacción personal y vital.
Te propongo cuatro actividades mediante las cuales es posible trabajar los rasgos positivos que hay en cada uno de nosotros, estas sencillas prácticas han demostrado su capacidad para mejorar el ánimo y dotar a quienes las realizan de una mejor predisposición para la felicidad.
1.- LA CARTA DE GRATITUD. En este primer ejercicio trabajaremos sobre una habilidad humana llamada gratitud. Ser capaz de agradecer es un rasgo de la personalidad que se relaciona con la satisfacción vital, pues amplía los recuerdos del pasado. A través de esta habilidad expresamos el agradecimiento hacia otras personas o hacia la vida en general.
Piensa en alguna persona -familiar o no- que, en algún momento de tu vida te haya ayudado o se haya portado bien contigo, pero al que nunca hayas tenido oportunidad de agradecérselo. Cuando tengas a esta persona en tu mente, escríbele una carta de gratitud, en la que describes con todo detalle y sinceridad, por qué le estás agradecido.
Si es posible entrega esta carta personalmente y pídele que la lea delante de ti; si ha fallecido evócala mentalmente y léela en voz alta.
Expresar gratitud a una persona importante de nuestra vida es una experiencia muy emotiva y característica, especialmente si sentimos que estamos en deuda con ella. Muchas personas terminan fundidas en un fuerte abrazo y/o lloran de emoción
2.- EL DIARIO DE LA POSITIVIDAD. Aprender a ser conscientes de las cosas positivas que nos ocurren en al vida es una tarea que muchos tenemos pendientes. Este ejercicio aumenta nuestra capacidad de prestar atención a lo bueno que nos sucede en la vida y el poder de hacernos más conscientes de las cosas. Durante toda una semana, antes de irte a dormir escribe 3 cosas buenas que te hayan ocurrido durante el día. Trata de explicar el por qué de esos hechos positivos. Después de la semana, continúa haciendo el ejercicio, trata de incorporarlo a tus hábitos diarios, pero sin escribir, dedica unos minutos de tu tiempo, cada noche para reflexionar sobre 3 cosas positivas cada día.
Centrar la mente en los hechos positivos, modifica la atención y la manera en que afrontamos el día a día.
3.- AYUDAR A LOS DEMÁS. Esto es, a largo plazo, más satisfactorio que perseguir el placer personal, y lo demuestra este ejercicio. A lo largo de una semana, realiza una tarea placentera para ti mismo y una tarea destinada a ayudar a los demás.
Lanza una moneda al aire para decidir cual de las dos tareas llevarás a cabo en primer lugar y recuerda dedicar el mismo tiempo a ambas. Una vez realizadas, escribe acerca de tu experiencia, comparando y contrastando tus sentimientos y reacciones en cada actividad.
Con muy pocas excepciones, este ejercicio otorga a quienes lo realizan una lección de vida muy valiosa: la diversión personal es placentera en el momento en que estamos realizando la acción, pero es un placer fugaz. En contraste, el amor y la preocupación por los demás permanece.
4.- REGALAR TIEMPO. ¿Cuál es el regalo más valioso que podemos hacerle a la persona que queremos? El mejor regalo es nuestro propio tiempo, además de ser de un valor incalculable.
En este ejercicio elige a alguien a quien quieras y reflexiona acerca de qué podrías hacer por esa persona que implique básicamente dedicarle tu propio tiempo. Es decir, planea un regalo de tiempo para la persona elegida y entrégaselo.
El regalo puede consistir en hacer algo juntos o en hacer algo por tu cuenta, tómate el tiempo necesario para realizar esta actividad, considera el no portar reloj y no pensar en el tiempo empleado. Deja que la propia actividad hable por sí sola y que el tiempo fluya sin límites.
Realizados estos ejercicios, valora en que medida han tenido una repercusión en tu vida y piensa que este cambio se puede transformar en algo estable. Practicarlos con regularidad es entrenarse para ser feliz.
En Busca de un ayer perdido
EN BUSCA DEL AYER PERDIDO
Es importante que aprendas a ser generoso contigo mismo. Aprender a controlar tus emociones incontenibles e inexplicables que sólo te conducen a una frustración repetida que se alimenta con las mieles de tus continuas caídas y recaídas, de los propósitos nunca conquistados, de las promesas jamás cumplidas.
De manera inconsciente se vive un infierno permanente en el que buscas y no encuentras, quieres y no puedes o puedes pero no quieres, y aquello que deseas fervientemente, una y otra vez se te va de las manos.
Cuantas veces haz pretendido dejar algo, que te destruye y que te mantiene esclavo en una relación dependiente, destructiva o una adicción química y/o emocional como el alcohol o el cigarro. Más y más sientes que la necesitas, como si queriendo dejar algo o a alguien, mientras más esfuerzos realizas por alejarte, por terminar con la dependencia, más y más te esclavizara, y así, como una cinta sin fin, te encuentras repitiendo errores, reviviendo un infierno en tu mente, en tu corazón y en tu realidad material, sin entender siquiera la razón; porque precisamente esta es la cualidad relevante de la parte oscura de la mente: REPETIR Y MULTIPLICAR AQUELLO QUE HA SIDO GRABADO CON LA EXPERIENCIA DE UNA EMOCIÓN PROFUNDA E INTENSA.
Esta cualidad cesa cuando enfrentas de manera consciente la emoción original, la que genero una fractura en tu alma, un desgarre en el corazón
Para generar una genuina transformación interior resulta imprescindible voltear en el ayer y con plena consciencia sacar a la superficie los recuerdos del pasado para comenzar a tener el control de tus emociones y conducir toda esta energía inconsciente hacia los niveles de la consciencia.
Así pues, tener conciencia de ti es aprender a descubrirte, autoconocerte, poder viajar en el ayer y, con pleno conocimiento descubrir fracturas, momentos dolorosos, tal vez vergonzosos, que se grabaron en tu mente de manera inconsciente, que no solo te impulsan a repetir aquello que tanto te dañó; sino también a perder la noción de lo que es bueno o dañino para ti y los tuyos, a borrar la posible comprensión del porqué se aceptan situaciones que te degradan y laceran como gritos, golpes, ser la segunda o no ser nada, el porqué se aceptan humillaciones y malos tratos; el porqué destruyes tu mente y tu cuerpo con adicciones y tóxicos.
El porqué entregas tu cuerpo buscando una caricia, una migajita de amor, para después sentirte culpable, miserable, utilizada y más carente de aquello que con todo afán buscas: EL AMOR. No entender tampoco porqué gritas o golpeas, porqué te engarzas repentinamente en relaciones dependientes destructivas o te aíslas en la soledad.
Si no te conoces a ti mismo es inútil y estéril, cualquier intento de cambio aún cuando puede resultar cómodo, “fácil” y conveniente navegar en el mar de la inconsciencia, si es que se le puede llamar fácil y conveniente a repetir el infierno conocido de tu mente, de tu corazón y de tu realidad externa y material. Permanecer constantemente como hoja al viento, dependiendo siempre de las circunstancias ajenas a ti, de la decisión y aprobación de los demás; haciendo cosas que en realidad no deseas hacer para ser querido o por lo menos aceptado. Además, infringiendo dolor, vergüenza y culpa a quien más dices amar, o bien, callar tus emociones, incluso ignorarlas, enganchándote en emociones ajenas para poder justificar las propias; callando y guardando expresiones de amor que es más fácil compartir con la “mascota” que con tus propios familiares; este es el pago más cruel que demanda la inconsciencia.
Hacer consciencia es profundizar en la mente para descubrir las causas y razones de la vida que has llevado, haciendo contacto con el dolor original que te desgarró el alma y congeló la emoción en un recuerdo inconsciente que se repite como cadena eterna, que te ha esclavizado a repetir un ayer que ya no deseas vivir más; es dejar de ser víctima de las circunstancias; es aprender a ser libre, dueño de ti para dejar de ser esclavo de las emociones y dejar de engancharte en los reclamos y expectativas de los demás.
El dolor que vas a experimentar es un dolor diferente, un dolor que sana, que libera y que inicia una nueva vida, una vida mejor; por lo tanto, hacer conciencia, como podrás haberte dado cuenta, requiere esfuerzo y te obliga a atravesar por el bosque encantado y oscuro de tu ayer, en el que hace mucho, mucho tiempo se extravío tu niño pequeño, tu niño interior.
Conocer la dinámica de la mente, te permite comprender por lo menos una parte de los motivos y razones de ese rosario de errores repetidos a lo largo de tu existencia, pues en ningún ser humano existe la maldad natural, sólo la inconsciencia, la ignorancia que impulsa a “fotocopiar” el pasado, generando mayor ansiedad, culpa, auto devaluación, y con todo ello se multiplica el dolor y la soledad.
Este conocimiento te dará mayor fuerza para continuar la aventura maravillosa de rescatar a tu niño interior, pues penetrar en el nivel oscuro de la mente puede resultar doloroso; de hecho lo es. Pero surgir de la oscuridad acompañado de tu niño interior es convertirte en música, en sol; es recobrar todas las cualidades que un día te permitieron ser amigo de las aves, jugar con las estrellas, volar por el cielo y no sentirte solo; es recobrar tu inocencia, la frescura la espontaneidad y la capacidad de amar sin miedo, sin condición; también de perdonar sin esfuerzo alguno, de sonreír por el solo privilegio de existir.
En caso de desalentarte, levanta tu ánimo, llénate de energía, aliéntate a continuar en la búsqueda de tu niño interior; no obstante, estamos tan acostumbrados al dolor que nos hemos vuelto adictos a él; hemos aprendido a justificar todos los sinsabores que enfrentamos día con día.
El miedo callado durante tanto tiempo quizá te diga que nada modificará ese ayer que sin darte cuenta, moldeó tu hoy. Eso es evasión, negación, un mecanismo de defensa utilizado frecuentemente por el subconsciente para evitar enfrentar la realidad, tú verdadera realidad. Si esto es así, por favor no claudiques en el intento de continuar en el camino de los recuerdos engañosos. Mejor ve tu realidad y cuestiónate sobre si te gusta lo que estas viviendo. Mira hacia tu interior y acepta la soledad y la nostalgia inexplicables que permanecen en ti de manera silenciosa.
Estas deben ser tus razones para decidir si continúas o no con tu propósito de cambio, no los recuerdos engañosos que te llevaron a vivir el dolor más profundo que puede experimentar cualquier ser humano, ignorar que alguien o algo te robó tu niñez, pues dejar de ser niño a cualquier edad es una de las tragedias más grandes de la humanidad; por lo tanto, guíate sólo por lo que estás viviendo, por lo que pretendes cambiar y no por pensamientos inconscientes y engañosos que te seducen para continuar navegando en el mar de la inconsciencia, en la repetición constante del infierno conocido.
El miedo que albergas en tu interior sin darte cuenta se ha convertido en tu compañero constante y, cuando alguien te dice que vas a experimentar algo que te pueda causar dolor, aún cuando sea liberador, te incita a claudicar.
El rescate de tu niño interior te permite también entregar la llave de libertad a tus propios hijos y a los seres que amas, para que recorran su propio camino de redención. El contacto con tu niño interior constituye la esperanza anhelada, toda una vida de vivir en armonía y libertad, dejando los sentimientos, las limitaciones y carencias; y todo esto lo puedes lograr tú con plena consciencia: Descubriendo quien es tu niño interior.
El reencuentro con tu niño interior te dará la oportunidad de abrazarlo, tenerlo junto a ti, en tu consciencia y en tu corazón, para poder brindarle todo tu amor, ternura y la aceptación que en el ayer le faltó; con él lograrás recuperar la alegría, la espontaneidad, la confianza en ti mismo en la vida y en los demás.
¿Quién es?
Un ser en gestación, comienza a recibir, desde que es fecundado, amor o desamor, aceptación o rechazo y todas las emociones, tanto positivas como negativas que la madre experimenta durante este lapso. Una vez que nace, de nuevo vuelve a sentir el impacto de las emociones recibidas en ese momento; amor o desamor y rechazo, talvez porque lo que esperaban del bebé no llegó (hombre o mujer), el color de piel, el parecido, la duda de la paternidad, el miedo que experimentan los padres ante la economía con la que cuentan, las presiones de la vida cotidiana, los distanciamientos o el abandono, etc.; de igual manera el amor y la aceptación que recibe desde ese momento van conformando en el bebé seguridad, una sensación interna de aceptación y confianza; en caso contrario, inseguridad o temor que se manifiesta en llanto y malestar constante que genera mayor cúmulo de emociones negativas que se revierten en el bebé, el cual vuelve a sentir el impacto del rechazo, de la no aceptación y el desamor.
A lo largo del desarrollo de la infancia, se experimentan situaciones que afectan el mundo emocional del niño y que van quedando grabadas en las profundidades de la inconsciencia, pero si éstas han generado un profundo dolor, culpa o vergüenza, la dinámica de la mente tiende a ocultarlas en los niveles más recónditos, grabándolas con la fuerza de la emoción de ese momento, por lo que de manera inconsciente, tendemos a repetir o multiplicar el daño experimentado en aquel momento de nuestro ayer; repitiendo la infracción contra nosotros mismos, castigándonos o agrediéndonos u ofendiéndonos como en los momentos de aquel ayer que nos desgarró el corazón.
Cuantas veces, cuando cometes un error, repites en silencio o en voz alta; “soy un estúpido”, “una tarada”, “todo lo hago mal”, etc., si haces un poco de memoria, son las mismas palabras que te decían cuando apenas eras un infante. En ocasiones, esos recuerdos inconscientes, el daño y el dolor almacenados toda una vida, se vierten en contra de las personas que nos rodean, y cuando menos pensamos estamos incurriendo en la misma situación, volcando contra ellos todas las agresiones que en ese ayer cometieron contra nosotros y que un día juramos nunca volver a vivir.
Cuando te has encontrado gritando, golpeando, amenazando como tantas veces lo hicieron contigo, en esos momentos es tu niño interior quien grita, vocifera y repite todo lo que aprendió, todo lo que le hacían en esos momentos de dolor; ciego de la ira y el sufrimiento amargo de tu niño interior, que contamina cada instante de tu vida y te arrastra hacia las tinieblas de la inconsciencia para “fotocopiar” el pasado y de repente, regresas a la realidad asustado, sorprendido y culpable.
Recuerda “Somos víctimas, hijos de víctimas”.
Con el paso del tiempo, el desarrollo físico continúa y llegamos a la edad adulta y con ella, mil y una responsabilidades que tenemos que enfrentar día con día, ignorando que cada uno de nosotros llevamos en el interior un niño pequeño y frágil que, al no tener la nutrición adecuada emocionalmente, fue acumulando fracturas en el alma y aprendió a callar sus miedos y preguntas, cansado de no obtener respuestas. Aprendió a sentirse culpable de todo lo que pasaba a su alrededor.
Tal vez sintió el impacto de ofensas, insultos, golpes, comparaciones y el abuso en todas las expresiones, de personas que el corazón de un niño sólo esperaba amor, respeto y confianza.
Cuando un niño es víctima de este tipo de agresión se distorsiona el concepto de sí mismo y cae en una profunda autodevaluación; además, se instala un sentimiento permanente de culpa y de creerse malo y diferente.
Esta experiencia como muchas otras sufridas en la infancia generan un dolor tan intenso que el desarrollo emocional se bloquea, dejando atrás a un niño asustado y triste, tal vez avergonzado y culpable, que se pierde entre las tinieblas y la oscuridad de la inconsciencia, que llora sin que nadie lo escuche ni lo consuele.
Y por si esto fuera poco, ese niño fracturado con el látigo del desamor, tratará, una y otra vez, de formar una relación estable, de encontrar a alguien que lo ame y le acepte tal cual es, incluso comprando afecto, aceptando situaciones que le degraden y avergüenzan y, sin embargo, difícilmente podrá entablar una relación permanente, pues desde tiempo atrás aprendió a desconfiar de los demás, de la vida y de sí mismo.
Probablemente haya recibido gritos y regaños; frases y ademanes que le hayan hecho sufrir el impacto de la soledad y la incomprensión, sobretodo sentirse ridículo o raro, por sentir y expresar emociones, lo que le obligo a callar sus sentimientos y a incrementar su miedo. Aprendió a reprimir o evadir las emociones, preparándose con ello para la vida adulta y ser una persona codependiente o bien de los ayudadictos; es decir, las personas que siempre se encuentran enfrascadas en la necesidad de “salvar” a los demás, de arreglar vidas ajenas, aún cuando la propia se encuentre desmoronada y sin sentido.
Con ello, el adulto con un niño herido en su interior, de manera inconsciente se programa para ser infeliz; una y otra vez busca situaciones o relaciones que garanticen un sufrimiento permanente ¡sólo porque inconscientemente tiene miedo a ser feliz!. Se siente imposibilitado a decir ¡Basta!, siempre aparentando ante los demás bienestar y felicidad, escondiendo bajo una máscara el llanto desgarrador de un niño que aprendió a reprimir las emociones negativas por temor a saberse malo y sentirse rechazado, quedando atrapado en sentimientos inexplicables de tristeza, nostalgia, ira y frustración que le llevan a perder el control de sus emociones, a decir cosas que quiere callar, a gritar sin razón aparente y a volver a sentir una y otra vez la culpa, la soledad y el rechazo, que en aquel ayer se experimentó.
Sin importar los intentos que realices por cambiar, ni la edad, ni el grado de avance económico o profesional que hayas logrado adquirir, día con día se experimenta una vez más el infierno conocido de un ayer, que se hace hoy.
Y es a través de ese niño interior lacerado, olvidado y abandonado en la oscuridad y las tinieblas del subconsciente, que sentimientos añejos invaden tus momentos actuales para contaminar cada “hoy”, para hacerte sentir ridículo y torpe, para hacerte actuar de manera infantil e inmadura, dañándote tu mismo y a los demás.
Este es el drama de nuestra existencia: repetir patrones inconscientes, agregando patrones de dolor y amargura a la cadena de esclavitud que nos mantiene atados al infierno interminable de la inconsciencia. Esta es la verdadera causa de la pesadilla que estamos viviendo como humanidad: un niño lacerado, desvalido y atrapado, prisionero en un cuerpo de adulto.
Debemos rescatar de ese ayer los momentos maravillosos de tranquilidad y paz para enriquecer y transformar cada día de nuestra vida, de nuestro hoy para experimentar la frescura, la espontaneidad que sólo un niño puede ofrecer, ya que si a todas las fracturas albergadas en el alma le agregamos que a nosotros nos tocó hacer nuestra aparición en el escenario de la vida en un siglo materialista, en el que se ha ignorado la importancia de la vida emocional y espiritual, nos encontramos ya frente al perfil de nuestra más intensa tragedia; exiliados de nosotros mismos, vacíos en el interior, con cuerpos de adultos, dispuestos a hacer nuestro mejor papel como seres humanos en todos los terrenos a lo largo de nuestra vida.
No obstante, en el interior permanece instalado un niño pequeño temeroso e inseguro, porque tal vez en su ayer fue comparado y ridiculizado frente a los demás; y tal vez se encuentre lleno de ira y rabia porque haya sido agredido y golpeado porque en ocasiones tiene brotes de ira inexplicables.
Ignorar que llevamos un niño herido, lastimado en lo profundo de su ser, solo conduce a sentirnos atropellados, agredidos por medio mundo y otra vez, a pensar que nos hacen de menos, que todo lo que se dice y hace es en nuestra contra, a ofrecer respuestas tontas y absurdas cuando nos sentimos presionados, a sentir envidia de todo y de todos por el temor inconsciente de ser desplazados; a vivir siempre de espaldas a la vida, transitando por caminos que no son los nuestros, reproduciendo carencia, enfermedad, sufrimiento y agobio.
Ignorando que no son las circunstancias actuales las que nos afectan, sino los recuerdos inconscientes que ahondan las fracturas del alma del niño que llora en nuestro interior; y así, queriendo entregar lo mejor de nosotros mismos, nos sentimos imposibilitados incluso para decir te amo. Habiendo sido abandonados por un ser querido en alguna etapa de nuestra infancia, nos programamos inconscientemente para ser abandonados o para abandonar a quien más amamos, aún cuando este abandono sea de índole emocional, pues resulta imposible brindar lo que no se ha recibido. A menos que logremos rescatar a ese niño interior, para brindarle a partir de hoy, en todo momento el amor y la ternura que hubiésemos querido recibir en aquel ayer.
Ahora ya sabes quien es tu niño interior: eres tú mismo en un ayer distante, perdido y olvidado en la parte oscura de la inconsciencia, experimentando constantemente miedo, dolor, desamor, culpa y muchas emociones más que te han robado hasta el deseo de soñar y, sin darte cuenta has enterrado anhelos e ilusiones entre lágrimas de vergüenza y soledad.
¿Ahora entiendes el porqué de la división interna que experimentas frecuentemente?,
¿El porqué de la dualidad, de esa nostalgia inexplicable? Y ¿Cuánto tiempo has permanecido exiliado de ti mismo?
A estas alturas sabes que se encuentra perdido en la parte oscura de la mente, atado con lazos emocionales a los recuerdos de un ayer doloroso que, de manera inconsciente, te obligan a repetir los hechos lastimosos que fracturaron tu alma de niño; existen causas inconscientes, anteriores incomprensibles, que te confundían y dañaban reiteradamente, haciéndote sentir impotente para dirigir tu existencia, para ser siquiera dueño de tus emociones, pues de una manera u otra te has encontrado replicando en tu vida aquello que tanto daño te causó, involucrándote con tipos que en esencia representan lo que más detestas y te recuerdan de manera inconsciente las situaciones lastimosas del ayer.
Por lo tanto, debes rescatar del dolor amargo al niño que vive en tu interior, que ha permanecido cautivo y, como el héroe de aquellos cuentos infantiles, buscar el tesoro resguardado por dragones y monstruos que representan el miedo y la culpa, y que pretenden hacer que declines en este intento de ser uno contigo mismo, de ser libre y auténtico: ser simplemente tú, sin miedo ni ataduras, consiguiendo una nueva oportunidad para vivir.
Mientras más recursos tengas, más provisto te encontrarás para enfrentar la adversidad y los tiempos difíciles que en algún momento vas a experimentar. Que nada turbe tu corazón en el propósito de continuar con tu afán de conquistar una vida mejor a través del rescate de tu niño interior, pues evadir es lo que has realizado todo el tiempo. No enfrentar el dolor que generó las fracturas y desgarres en tu alma, te ha programado para repetir aquello de lo que pretendes escapar.
El infierno vivido y el dolor experimentado, deben de ser alicientes suficientes para continuar con tu propósito, pues solo cuando se hace contacto con el dolor original y se rescata el dolor que se colapso en el momento de la infracción vertida en tu alma de niño, se logra liberar de sentimientos encontrados y destructivos, y con ello apoderarse de las llaves que abren candados de esclavitud e inconsciencia para comenzar a construir la vida que desde lo más profundo de tu corazón deseas.
Procura cargar siempre papel y lápiz para anotar las evocaciones que vayan emergiendo de las profundidades; es de hacer notar que mientras te encuentres inmerso en está búsqueda, No tomes decisiones importantes o trascendentes (como separarte de la familia o establecer una nueva relación de pareja; a menos que te encuentres sometido a una tensión que afecte tu integridad física o emocional como un duelo).
En este camino, es probable que tengas que enfrentar emociones muy difíciles de aceptar con plena consciencia, pues por ignorancia del funcionamiento de la dinámica de la mente, con frecuencia nos encontramos reprimiendo o disfrazando las emociones que emergen del subconsciente. Recuerda que en este plano, tanto los pensamientos y sentimientos fluyen de manera ininterrumpida como las olas del mar y deben llegar al plano de la consciencia el contenido inconsciente a través de los recuerdos, imágenes, sueños y melodías. Recuerda que el subconsciente es amorfo, ilógico e instintivo; este puede surgir con la fuerza de un huracán, sobre todo en momentos en que te afectan emociones intensas; agradables o no, como odio, muerte y destruir ya sea a ti o a todos.