domingo, 26 de febrero de 2012

COMO ESCUCHAR EL CORAZÒN.

COMO ESCUCHAR EL CORAZÒN.

PRACTICA LA MEDITACIÓN.
Esta hace que estemos más atentos a cómo nos sentimos. Los sentimientos reciben el apoyo de la conciencia, cuyos valores no pueden sobreestimarse, pues la propia conciencia es sanadora. A menudo, nuestra reacción exagerada a las emociones nos causa más sufrimiento. La meditación es útil para este proceso.
PASEAR POR LA NATURALEZA
La naturaleza es nuestro hogar original. Si vivimos en una ciudad, puede que no recordemos nuestro origen y sus maravillas. Es por ello que los sonidos y las vistas de la naturaleza son apaciguadores. Si sólo vemos cementos y líneas duras, podemos volvernos también más duros y fríos. Si oímos regularmente el tráfico, los taladros y conversaciones fuertes, podemos perder la tranquilidad.
El tiempo que pasamos en la naturaleza nos carga las pilas y sus beneficios perduran una vez la abandonamos.
HACER EJERCICIO.
Con la práctica del ejercicio de manera regular durante al menos una hora al día y de forma no competitiva -caminar, andar en bici, bailar o nadar-, aprovechamos su valor fisiológico: la liberación de endorfinas. Es un modo útil e inmediato de ser buenos con nosotros mismos, al mismo tiempo que cuidamos nuestra salud física y psicológica general.
HABLAR CON UN BUEN AMIGO.
Cuando pedimos a un buen amigo un poco de su tiempo y un oído comprensivo, realizamos un acto de compasión hacia nosotros mismos.
No obstante, en este caso es importante elegir bien, porque cualquier persona no se ajusta a la descripción de buen amigo. Debe ser alguien que sepa escuchar, sin que nos juzgue ni nos compadezca, ni nos añada negatividad o nos colme de consejos. Ante todo, ha de ser una persona consciente y de buen corazón. DISFRUTAR DE ALGO HERMOSO.
Dediquemos tiempo a actividades que satisfagan nuestros sentidos: escuchar música, ir al cine o lo que nos plazca. La belleza del arte nos empuja a cuidar el corazón. FOMENTAR LA CREATIVIDAD.
Los trabajos manuales pueden ayudarnos a estimular nuestra imaginación. Son muchas las actividades creativas que podemos hacer. Para algunos, el producto terminado no es más que una pequeña parte de la satisfacción de haber sido capaces de crear algo. De hecho, es precisamente el propio proceso y la concentración lo que realmente nos calma y nos sosiega.
Naturalmente, debemos elegir una actividad en la que seamos diestros, y que no nos cree frustración. No es difícil; casi todos servimos para una actividad creativa. EXPRESARSE CON LA ESCRITURA.
Se ha demostrado que la escritura es una herramienta psicológica muy útil para expresar los sentimientos, elaborar las ideas y ordenar los pensamientos.
Una de las acepciones del verbo “expresar” es “revelar”; y es justo en este sentido en el que escribir es útil. El propio acto de la escritura destapa la conciencia, deja que los sentimientos emerjan burbujeando a la superficie y nos da la oportunidad de observarlos. A veces puede sorprendernos lo que descubrimos. Para algunas personas también es un acto creativo, en cuyo caso es doblemente curativo, porque la creatividad expresa lo que somos. PASAR TIEMPO CON NOSOTROS MISMOS.
En soledad podemos escuchar mejor a nuestro corazón. Este tiempo a solas puede ser restaurador y extremadamente apaciguador, hagamos lo que hagamos, ya que durante un rato, dejamos a un lado el “ruido” de las relaciones y las necesidades de otras personas. Este tiempo debe tener el sentido de estar en compañía de nosotros mismos; sin temer a la soledad. 

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